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lunes, 23 de mayo de 2016

Work Of Fiction: Almas gemelas




La puertas del metro se cerraron. Había sido un día frío y lluvioso así que mucha había preferido quedarse en sus casas, así que el metro no estaba muy congestionado. Me senté en una de las casi vacías sillas de la hilera frente a la puerta. Saqué un libro para avanzar un poco con mi lectura, como de costumbre, pero no podía concentrarme así que desistí. Quizás lo mejor era cerrar los ojos hasta llegar a mi destino, y ver si podía dormitar un poco pero mi sentido de alerta no me lo permitió. Parecía que iba a ser un largo trayecto a casa.

En la siguiente estación abordó una pareja. Se sentaron en la frente a mí. Eran jóvenes y se veían muy enamorados. La chica no paraba de reírse mientras el chico le susurraba cosas en el oído. Yo no quería que se dieran cuenta de que los estaba observando pero tampoco podía evitarlo. Traté de ver hacia lado pero la risa de la chica me lo impedía. Y no solo era eso. Lo que realmente captaba mi atención no era ellos y su demostraciones afectivas, si no más bien, eran los puntos suspendidos que se encontraban en el hombro izquierdo de cada uno de ellos. Un punto verde y brillante. Eran tan jóvenes y aún así ya se habían encontrado. Eran almas gemelas.

Se suponía que todos teníamos uno flotando sobre nuestro hombro izquierdo, pero era prácticamente invisible hasta que conocías a tu alma gemela. Entonces se tornaba verde y brillante. Ese pequeño punto parecía ser importante para todas las personas, todos querían encontrar a sus otras partes. Ese pequeño punto valía tanto, que muchos habían perdido la cordura por encontrarlo. Los afortunados que lo encontraban, parecían vivir felices para siempre, como en los cuentos que me contaba mi abuela de niña. Los que no lograban hacerlo se limitaban a ser indiferentes, pero sabiendo que su alma gemela se encontraba en algún lugar de allá fuera. Era increíble como algo tan pequeñito cambiar la vida de las personas. Había algo casi mágico en él.

Sin embargo yo no era de esas afortunadas. Yo nunca había visto ningún punto verde en ningún chico y era obvio que ninguno de ellos tampoco había visto uno en mí. El pensamiento me hizo un nudo en el corazón. Eso me ponía nostálgica. La verdad era que todos deseábamos encontrar ese punto flotando sobre ese persona, y esa persona pudiera verlo sobre nosotros. Lo deseábamos desesperadamente. Algunos pasaban la vida buscándolo. Algunos se volvían locos. Así era mi mundo. Cerré mis ojos esperando que afuera lloviera y que pudiera llevarse mis pensamientos.

El ruido de la puerta del metro me despertó. Había llegado a mi estación. El tiempo se me había pasado más rápido y pensé que tal vez me había quedado dormida. Me levanté rápidamente y me si cuenta de que la pareja ya no estaba. Salí del metro y para mi sorpresa la estación estaba casi vacía. Era lógico, pensé. Caminé lentamente por el pasillo central hasta llegar a un espacio donde se encontraba un gran reloj, marcaba las 8:10 de la noche. Pensé que era más tarde. Y era muy extraño que a esa hora la estación estuviera tan vacía. Miré a mi alrededor, Un par de personas caminaba lentamente por la estación, como si estuvieran dando un paseo por ella. Eso también era extraño. Generalmente se escuchaba un barullo por la cantidad de gente que iba a y venía apresuradamente por la estación. Sin embargo, esa noche estaba tranquilo. Extrañamente tranquilo. Sentí que si me atrevía a suspirar probablemente se escucharía en cada rincón. Intenté avanzar, pero el movimiento me pareció imposible de realizar. Por alguna extraña razón mi mente no parecía obedecer mis órdenes. Lo intenté de nuevo pero nada, no me movía. Mire el reloj y esperé. Suspiré lentamente y transcurrido un minuto, realicé la misma tarea. Esta vez mis pies respondieron inmediatamente. Preocupada, caminé lo más de prisa que pude hacia la salida de la estación.

Al salir, el aire frío me golpeó la cara, pero después del extraño suceso me pareció revitalizante. Traté de calmar mi ritmo cardíaco y continué mi camino hacia casa. Pese a que me encontraba fuera, tenía una extraña sensación. No sabría como explicarlo. 
Llegué hasta el puente, y noté que casi no habría gente transitando por él.Consulte mi reloj: eran las 8: 27. No era tan tarde, pero aun así estaba casi desierto. Caminé, volteando cada tanto hacia atrás, para ver si alguien venía. Quizás ya no debía ver tantas películas. Debajo, los carros iban a venían, sin mucho ruido. A la mitad del puente vi a un chico recargado sobre el barandal, fumando. Miles de ideas pasaron por mi cabeza pero aún así tenía que atravesar el puente, tomar otro camino a casa me llevaría mucho tiempo. Suspiré y avancé. Pasé de largo al chico, y seguí caminando. De repente alguien gritó mi nombre.

-Lena!

Giré y para mi sorpresa, la voz provenía del chico que estaba fumando. Pensé en que había una confusión y había alguien más llamada Lena cruzando el puente. Observé a ambos lados, pero no había nadie más. Quise irme, pero de nuevo mis zapatos no se despegaron del suelo. Al ver que no me movía, él se acercó a mí.

-Lena, es que no me reconoces?
Lo vi más de cerca, llevaba unos jeans, una chamarra negra, tenis y un camiseta gris. Su cabello negro le caía sobre los costados de la cara, enmarcándola.Tenía labios delgados, y unos ojos negros y profundos. Hice trabajar mi memoria, pero al igual que mis pies, estaba congelada.
-Lo siento, yo...
-Soy Oscar, vivíamos en la misma calle. íbamos al escuela juntos.
-Oscar! - dije, reaccionando y lo abracé. No sé como no pude reconocerlo. Pero lo cierto es que no lo había visto en mucho tiempo.
-Hacia dónde vas? - me miraba con mucha curiosidad
-Voy a mi casa - respondí en un tono aburrido
-Te invitó un café, aquí cerca - añadió rápidamente al ver que yo consultaba mi reloj - Hay que celebrar nuestro reencuentro.
-Esta bién - me sentía cansada, pero después del extraño día que había tenido, un café no me vendría mal. Regresamos por el puente y caminamos hasta una cafetería cercana. Mietras tanto pláticabamos sobre lo que habíamos hecho de nuestras vidas. Yo siempre he pensado que mi historia era muy aburrida, pero aún así Oscar la escuchaba con atención.

Al entrar en la cafetería, nos sentamos y ordenamos dos cafés y unos pastelillos para acompañar. Conversamos y tomábamos café. Pronto, comencé a sentirme más animada, seguramente por la cafeína, y empezamos a rememorar "viejos tiempos". Me sentí un poco nostálgica, pero aún así pensé que encontrarme a Oscar había sido una agradable sorpresa. De niña solía pensar que cuando fuéramos grandes nos casaríamos y viviríamos felices por siempre. Suspiré, eran cosas de niños. Desafortunadamente nunca vi ese misterioso punto verde en el hombro izquierdo de Oscar. Estoy segura que él tampoco veía nada sobre el mío. Quizás en otro mundo seríamos almas gemelas.

Cuando íbamos por la tercera taza de café, Oscar me preguntó, con sierto aire serio:
-Qué haces aquí?
La pregnta me desconcertó un poco.
-Pues tomo un café contigo.
Sonrió, admito que tenía una linda sonrisa.
-No, no me refiero a eso, sino a qué haces en este mundo?
Lo miré fijamente. Creo que ahora íbamos a empezar las charlas existenciales.
-Bueno, ya te dije, trabajo en el laboratorio...- él movió la cabeza.
-No - hizo una pausa - acaso no te has dado cuenta?
Esta vez fui yo la que movió la cabeza. De que hablaba?
-Estás en otro mundo - dijo y sonrió - bienvenida.
Estaba desconcertada, como que en otro mundo? De qué estaba hablando? Acaso estaba drogado? Quizás eso explicaría el cigarro. Quizás era hora de irme.
Al ver mi cara de desconcierto,trató de explicarse mejor.
-Yo vivo en otro mundo - sacó un cigarro de la cajetilla y lo prendió, le dió una calada - y tu haz venido a mi mundo. Acaso no has tenido una sensación extraña desde que saliste de la estación?
-Sí - dije, secamente. Como rayos sabía eso?
-Bueno, es tu mente advirtiéndote de que hay algo extraño. Y efectivamente, no éstas en tu mundo.
-Creo que debo irme - dije cortante y algo molesta. Oscar me sujetó de la mano.
-Puedo probarlo.
Movió su mano y señaló a través de la ventana. Yo no quería voltear, pero mi curiosidad siempre me ha ganado. Entonces la vi. La luna era rosa. No lo podía creer. Quise gritar pero no pude. Había luna llena y era rosa. Parpadeé pensando que era algún efecto de mis ojos. Quizás yo también estaba drogada, quizás había puesto algo en mi bebida. Pero sabía que no, todo el tiempo tuve mi taza, y tampoco la señorita que nos atendía pudo poner algo.
-No consumo drogas - dijo, como leyendo mis pensamientos.
Traté de darle una explicación. Busqué en mi memoria algún fenómeno físico al que le pudiera atribuir el color de la luna, pero no se me ocurrió ninguno. Traté de calmarme.
-Estamos en otro mundo - dijo Oscar una vez más.
Lo miré mientras él le daba otra calada a su cigarro.
-Donde estamos?
Alzó lo hombros.
-Como llegué aquí?
-Por el metro, la estación en que bajaste es la entrada a este mundo. Así llegué yo.
Me sentí aún más desconcertada.
-Así llegaste tú? Y porqué no te has marchado? - tenía demasiadas preguntas.
-No quiero, me gusta más este mundo.
Lo mire y después miré la luna. Era hermosa. El destello que emitía era rosa. Era impresionante. Creo que en ese instante pude comprender a Alicia cuando estaba en el País de las Maravillas.
-Porqué estás aquí?
-Bueno, no me gustaba el otro mundo. Cambió demasiado. La gente olvidó la 
perspectivas de las cosas, y se volvió loco.
Pff. Él hablando de locura.
-Y sobre todo el asunto de las almas gemelas. Todos buscando ese puntito desesperadamente como si fuera el código de barrar de un algún objeto en descuento. Quieres otra prueba más de que no estás en tu mundo? - señaló hacia atrás de mí.
Allé se encontraba una pareja cenando. Ya eran personas grandes, pero se veían con ternura. Sonrían y charlaban. El señor agarraba la mano de su mujer. No tenía que conocerlos para poder decir que se amaban. Lo notaba en sus miradas. Lo extraño era que ninguno de los dos tenía ese puntito verde flotando. No como la pareja del metro.
-Me gusta este mundo porque aquí solo amas. No importa si tiene un punto o no.
Lo mire. Pese a que sus ojos eran negros, transparentaban claramente sus emociones. Yo había perdido la voz. Una tristeza profunda como la raíces de un árbol comenzó a invadirme.
-Qué hago aquí?- dije, con un hilo de voz.
El me miro. Y en sus ojos se dibujaron cierta melancolía.
-Yo te llamé, quería verte.- hizo una pausa - y supongo que a ti ya no te gustaba tu mundo. Más o menos así he adivinado que funciona el sistema.Sonrió. Estaba nervioso.- Escucha, Lena, he pensado mucho en ti. Me gustabas cuando éramos niños. Tenía la idea de que tu serías mi esposa. Pero el punto nunca apareció sobre tu hombro. Era tan rídiculo. Yo siempre supe que eras tú. - Bebió un poco de café - Entonces nos mudamos. Cada noche pensaba en ti.Quería verte. Pero nuestros caminos nos llevaron por caminos diferentes. Supongo que perdí mi interés en el mundo, por así decirlo. Y un día, llegue a esta estación y a este mundo. Y decidí quedarme. Y desde que llegué he pensado en ti. Cada noche. Fuiste mi primer amo. No, corrección, has sido mi único amor.
No supe qué decir. Todo un remolino de emociones se desató en mi interior, y llegó hasta mi garganta, dejándome sin voz. 
-Tengo que irme - dije.
Su mirada atravesó cada capa de mi piel. La melancolía se había convertido en tristeza. Éramos dos personas tristes sentadas en una cafetería, mientras una tenue luz rosa nos iluminaba. Era casi surreal.
-No puedo evitar que te vayas. Te acompañaré a la estación.

Caminamos en silencio. Yo pensaba en demasiadas cosas y él igual. Quería decirle algo pero no sabía qué. Entonces comencé a hacerme miles de preguntas: Lo amaba? Quería quedarme en este mundo? Que pasaría con el otro mundo? Me sentía feliz en mi mundo? Sería más feliz en este? Porqué la luna es rosa? Lo amaba? Pensé en mi mundo. Aquél lugar donde la felicidad la dictaba un puntito verde flotando sobre el hombro izquierdo. Donde yo no encajaba. Donde no era feliz. Donde parecía no ser el alma gemela de nadie. O podía quedarme en este nuevo mundo, donde un hombre me acababa de declarar su amor. Toda una vida deseando encontrar a mi alma gemela y ahora alguien me decía que estaba enamorado de mí. Nos reencontramos en este mundo.

Entonces pensé en las coincidencias. En la serie de sucesos que habían ocurrido para llegar a este mundo, Nos había tomado años reencontrarnos, nos había llevado, literalmente, cruzar mundos para reencontrarnos. Era surreal.
Llegamos a la estación. Caminamos hasta el andén. Y esperamos.

Recordé los días de antaño, los tiempos felices en los que Oscar y yo jugábamos cuando éramos niños. El día en que se mudó lloré incontrolablemente, sentí una tristeza que jamás había vuelto a sentir... hasta hoy. Y entonces lo entendí, ese día se había forjado la raíz de mi tristeza.  Se había ido a las 8:10 de las mañana y yo había llegado aquí a las 8:10 de la noche, Habían transcurrido 17 años. Tomé sus manos y lo abracé. Recordé que todos los días pensaba encontrar a mi alma gemela, sin saber que la había encontrado hace mucho. No importaba que no flotara el punto sobre su hombro, de hecho no importaba nada. Sentí que la tristeza iba desapareciendo poco a poco, y que las raíces estaban dando paso a una bella flor, al algo nuevo y hermoso. Quizás no bastaba un mundo para nosotros.

-Me quedaré contigo- dije.

******

Nota: esta es una obra de ficción, la cual esta inspirada por dos obras, "1Q84" de Haruki Murakami y "Brida" de Paulo Coelho.  


viernes, 9 de octubre de 2015

La frase...

Estaba en una de esas horas aburridas en el trabajo, cuando de repente una frase llegó a mi mente "Crear nuevas experiencias", si tal vez suene muy común o no tan iluminador, pero desde ese momento no he podido dejar de pensar en esa frase. Incluso la anoté para que no se me olvidará. Tal vez para mí suena novedoso porque me había hecho seguidora de la popular frase "la vida se trata de descubriste a ti mismo", y aunque siento que he descubierto varias cosas sobre mi misma, lo cierto es que últimamente he sentido que la rutina se esta volviendo algo tediosa.

Y entonces me acordé de otra popular frase que es una contraposición a la otra "la vida no se trata de encontrarte, se trata de crearte a ti mismo", y por alguna razón creo que esta frase y la que irrumpió en mi mente van de la mano. Quizá sea el hecho de que siempre me he considerado una fan de la tranquilad y por eso trato de no apresurarme en cuanto a sucesos se refiere, siempre he creído que aprenderas la lección cuando sea el momento, pero al mismo tiempo no soy fan de la rutina, la repetición continua de hechos me conduce al tedio, y con el paso del tiempo, eso puede convertirse en algo frustrante.

Sal y crea nuevas experiencias. Vive. Crea recuerdos. Creo que eso es lo que intento decir. Ya había escrito antes que me sentía en una zona de confort, y eso suele tornarse algo peligroso, porque terminamos tan engullidos en ella que cuando se nos presenta la oportunidad de vivir algo nuevo, lo rechazamos por completo. Acostumbrarse a la zona de confort es algo peligroso. Quizás sea un mensaje de alarma por parte de mi mente para sacarme de ese tedio, y decirme, es hora de sacar las antenas y ver más allá. Lo que si creo es que no es algo fácil, comenzar algo nuevo siempre llevará algo de temor mezclado con emoción. 

 Leí tantas veces esa frase pero creo que hasta hoy finalmente pude comprenderla."Crear" es la palabra clave. Haz. No esperes a que todo suceda, a veces tienes que hacerlo suceder.

miércoles, 22 de julio de 2015

Esto de escribir....

"No hay nada que escribir, lo unico que haces es sentarte frente a la máquina (de escribir) y sangrar" es una frase de Hemingway que creo que es totalmente cierta. Para mi escribir es un conjunto de cosas, desde algo terapeútico, hasta una forma de expresión y comunicación,  creación y hasta placer. No siempre las ideas me nacen en cuanto me siente frente a la computadora, las ideas pueden nacer en cualquier lugar. Muchas de estas entradas las fui creando mientras venia en el camión regresando del trabajo. Entonces surgía la idea y después la plasmaba, agregándole, quitándole...así es esto de escribir.

Creo que una de las cosas que más me inspiran es dar un paseo por la calle, en silencio. Sin audífonos, pensando, observando lo que hay a mi alrededor. Siento que me lleno de ideas nuevas. Y así es como llega la inspiración, de cosas ordinarias. En eso consiste la magia del escritor, en convertir las cosas ordinarias en extraordinarias. Un recuerdo, una caminata por la playa, sentarte mientras esperas algo (guiño OP), una conversación de whatsapp, una canción... creo que todo puede ser una fuente de inspiración. Escribir no solo es cuestión de pasado o presente, también puede ser una proyección sobre el futuro, lo que imaginas, lo que piensas lo que sientes, lo que te gustaría que fuera...

Sea lo que sea que escribamos siempre tendrá algo de nosotros y eso no lo podemos evitar. Y es que cuando escribes dejas plasmada una parte de ti, algo que era tuyo y que ahora compartes con todos aquellos que se animan a leerte. 

Sentarte, escribir (o teclear) y sangrar. Así es esto de escribir.


martes, 7 de julio de 2015

En la FILA: Part 2


 En el post pasado había comentado que en el vento en el que participé, llamado FILA, leí dos textos de mi autoría, este es el segundo. No pude ponerle un título porque nunca encontre uno que me gustara ni que lograra homogenizarlo, sin embargo acepto sugerencias ;)



Parte I. La Búsqueda

Escribo para encontrarte, mentiría si dijera que hay otra razón. Me gusta pensar que a través de este idioma inventado,  improvisado, tú puedes entenderme.

Me gusta pensar que algún día todos los versos, los poemas y las cartas tendrán, por fin, un destinatario. Me gusta creer que cada una de mis palabras, letra por letra, te llega al corazón, como una dulce melodía. Más no hay certeza en nada de esto, y eso lo sé.


He emprendido una búsqueda quijotesca para encontrarte, pero sin éxito. Tanto fracasar me ha llevado a la conclusión de que quizá este equivocada.  Me he embarcado en una búsqueda del amor sin darme cuenta que éste no puede buscarse ni encontrarse, el amor solo ocurre. Debería saberlo, pero a veces sucumbo a la desesperación de hallarte, a la probabilidad de qué mientras salgo a caminar por las tardes, nos topemos. 


Ya lo había dicho Cortázar “Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.” Cuanta razón tiene.

Se nos ha olvidado que el amor no puede encontrarse porque no es un objeto perdido, ni tampoco algo que puede elegirse por libre albedrío, ocurre así sin más, hasta que un día te golpea, como si  fuera un choqué eléctrico que te devuelve a la vida, y te das cuenta de que estas enamorado. Y eso lo cambia todo.


Existe un antes y un después de estar enamorado. El amor, como todas las fuerzas de la naturaleza, misteriosas, maravillosas y terribles, transforman a las personas que lo viven, por eso es que nunca salimos igual que como llegamos de una historia de amor.


Quizá lo más sensato que podemos decir es que no hay explicación para el amor, ni siquiera la física cuántica, o las reacciones químicas, tampoco importa cuánto me desvele tratando de encontrarle lógica. A veces creo que el amor es solo una serie de coincidencias. Una alineación improbable de los planetas que le ocurre a ciertas personas de vez en cuando. Aunque nosotros creamos lo contrario. Por eso nos lanzamos, con nuestras alas remendadas y el corazón roto pero aún latiendo para encontrar a esa persona que nos haga volar.


Encontrar. Sigo usando esa palabra. Como si eso fuera a acercarlo más.  Vamos de nuevo, usando el método de ensayo y error porqué ese es el que hemos aprendido.  Es el “método para encontrar el amor”, como si fuera una caza del tesoro. Pero no me crean mucho, solo estoy divagando.


Las ideas vienen y van, alejándose y acercándose, mientras intento hilvanar los párrafos de este texto. Hay una idea permanente, latente, dentro de mi cabeza. Y es precisamente esa loca idea, esa improbabilidad de la búsqueda lo que me lleva a pensar, a crear y a creer que puedo encontrarle. El amor siempre con sus ideas ilógicas.  Y es por esto que cree nuestro idioma, para que algún día podamos coincidir. Para que dejemos de ser dos extraños, para ser algo más que encuentros y desencuentros en el tiempo.



Aun estás lejos lo sé, pero quizás algún día nuestros caminos se crucen.

Algún día ocurrirán las coincidencias que nos unirán en el tiempo correcto.

Algún día los planetas se alinearan sobre nosotros y podré estrechar tu mano.

Algún día despertare en tus brazos.

Algún veremos cometas bajo el mismo cielo.

Algún día probaré tus besos.

Algún día caminaremos por la arena y mojaremos los pies en el mar.

Algún día escucharas las poesías y los versos que te escribí.

Algún día sabrás que estas palabras fueron concebidas solo para ti.

Mientras tanto seremos cuerpos celestes, extraviados, esperando chocar. Somos como el big bang.



Parte II. El encuentro

A veces pienso si fue una coincidencia cósmica encontrarte.

O señal del destino.

Tú y yo éramos materia, átomos y moléculas

Hasta que nos enamoramos.

Sumida en la oscuridad me hallaba,

Y tú, cual cometa, llegaste, iluminándome.

Amor cósmico,  choque de planetas,

Así somos tú y yo.

En la noche nos encontramos

Bajo la cálida luz de las estrellas, nos besamos.

Siento tu luz, deslumbrándome

Y yo que era oscuridad, me ilumino contigo.

La luna nos cobija bajo su manto

Pasando las horas

Cual si fueran años

Desde ahora el día y la noche

Se fundirán en una sola

Eterna vida contigo.

Puedo escuchar nuestros latidos, acompasados

Big bang, resonando por el universo

Mi reflejo en tus ojos

Contemplo galaxias

Después de un largo viaje

Por fin coincidimos

Amor ahora es tiempo, nuestro tiempo

Desde ahora el día y la noche

Se fundirán en una sola

Eterna vida contigo.

sábado, 4 de julio de 2015

En la FILA...


 El día de ayer participe en un evento local conocido como FILA, que es una feria del libro que se organiza cada año en la ciudad donde vivo. Es la primera vez que participo en algo así y debo decir que estaba sumamente nerviosa. Nunca antes había leído mis escritos ante un público que no fueran personas conocidas y eso me hacía sentir aterrorizada. Cuando me sentaron en el panel y vi las sillas colocadas a mi alrededor mi dieron ganas de huir, me había convertido en presa del pánico escénico, pero por algún motivo, algo me mantuvo pegada al asiento.
La primera lectura fue la más difícil, me temblaban las manos y noté que el folder se movía a causa de mi nerviosismo, pero en cuanto terminé tuve una sensación liberadora. La segunda vez fue mucho más fácil. Y así de rápido se me fue el evento. De la nada, una persona  del público se acercó a decirme que le había gustado lo que escribí. Fue una sensación muy bonita, y que en verdad aprecié. 
Fue una experiencia nueva para mí, una meta, y me da gusto el haber participado. Siento que he dado un paso más. Sin más preámbulo voy a postear uno de los textos que leí el día de ayer:



Amor cuántico
Últimamente he pensado en el amor en términos cuánticos. Sí, lo sé suena un poco raro. La física cuántica o mecánica cuántica es  (según wikipedia) aquella que "describe cómo en cualquier sistema físico –y por tanto, en todo el universo– existe una diversa multiplicidad de estados, los cuales habiendo sido descritos mediante ecuaciones matemáticas por los físicos, son denominados estados cuánticos."
Es cierto, el amor no se puede explicar por ecuaciones matemáticas ni físicas, aunque hay una variedad de reacciones químicas que se acercan a una explicación científica del amor. Tal vez para algunos esto no tiene ni tendrá sentido, ¿pero que es el amor más si no mas que una mutiplicidad de estados? Y es que podemos sentir una variedad de cosas a la vez: alegría, tristeza, melancolía, felicidad, éxtasis, placer, celos, obsesión… Y es que el amor y la física cuántica son un tanto complicados. O tal vez es porque muchos no sabemos nada de física cuántica...aunque pensándolo bien acaso sabemos algo sobre el amor?

Sobra decir que hay muchos estudiosos en ambas áreas. A diario los científicos quieren descubrir los enigmas del universo, y a diario los poetas y escritores nos desvelamos plasmando nuestras teorías sobre teorías sobre el amor, pero al final ambos siguen siendo un misterio. 

Tal vez nosotros, las personas solo seamos partículas elementales,  que se mueven en tiempo y espacio. Y nos unimos con otras a través del amor, y entonces tenemos la capacidad que tienen las partículas elementales, creamos un nuevo mundo, resplandeciente y maravilloso basado en el amor. Como cuando las moléculas se unen para formar nuevos elementos y compuestos. Tal vez el amor es la fuerza de cohesión que nos mantiene unidos.

Quizás solo intento buscarle una respuesta lógica a algo que nunca lo tendrá, convertir en tangible algo que no puede serlo. Cuantificar lo incuantificable, ¿pero acaso no queremos todos saber eso? Con la famosa oración: dime cuánto me amas. Y queremos escuchar una respuesta, números, una frase, aunque sea un cliché, que nos cuantifique el amor. Quizás todos estemos equivocados o seriamente confundidos. Pero no responder esa pregunta se puede tornar en un asunto complicado y es en ese momento de lucidez cuando deseamos que hubiera una fórmula que nos pudiera cuantificar los sentimientos, pero eso no sería antiromántico? Una respuesta aproximada sería: mi amor por ti es de 1×106, si suena muy romántico.

Entonces ¿por qué insistimos en cuantificar al amor? Simplemente no se puede. Solo ocurre, boom! De repente y sin avisar, es un choque que origina todo un nuevo universo como las partículas elementales. Como responder algo tan complicado? Cada quién tiene una respuesta distinta, la mía sería más o menos así, en términos simples:

El amor son todas las poesías que te he escrito y que nunca has leído.
Son todas las noches en desvelo que he pasado en tu nombre. Tu sin saberlo, duermes plácidamente en tu cama, mientras las estrellas sobre ti alumbran tu sueño.
Son todas las veces que has cruzado mi pensamiento, en un día, en una semana, en un año, en la vida.
Son todos los sueños en los que te he visto, deslumbrante.
Son todas las veces en que te he tomado de la mano y suspirado en tu nombre.
Son todas las veces que he tocado tu cuerpo y explotamos al unísono.
Son todas las veces en que hemos estado en silencio, y en las que hemos hablado de cosas banales.
Son todas las veces en las que hemos discutido y después terminamos en un beso.
Son todas las veces en que he tenido que descifrarte, pero no me molesta, porque siempre supe que serías un misterio permanente.
Son todas los momentos en que hemos estado juntos, buenos y malos, porque el amor esta hecho de ambos no solo de los primeros.
Son todas las veces en que nos hemos despedido y nos hemos reencontrado.
Son todas las veces en las que me has roto el corazón, inclusive aquellas veces en las que no te molestaste en repararlo.
Son todas las veces que derrame lágrimas.
Todas las veces que te cociné, que te preparé un café.
Son todos los abrazos que te di, que nos dimos.
Son todos los días en que has estado ausente, pero que de alguna forma estás presente.

Incluso hoy, súmale una vez más.

Suma todo lo que te he dicho y obtendrás una respuesta, no se si cuantificable, pero una respuesta. Y no sé si sea suficiente.

Científicamente podría decirte que ni combinándose todas las partículas elementales podría cuantificarse el amor. Y aquí es donde se termina mi teoría cuántica del amor porque una vez alguien me dijo que el amor no puede explicarse, solo se siente.
 

sábado, 7 de marzo de 2015

Labios prohibidos....



Labios Prohibidos

Quiero volver a tus labios,
tus labios prohibidos
porque nunca fueron míos.
A ratos, a horas, a minutos
tan solo en pequeños instantes
me pertenecieron.

Quiero volver a verte,
a besarte, a tocarte,
mientras suena en el fondo 
nuestra canción.

Es que acaso es un pecado
pedirte para mí completo?
Tenerte para mí todo el tiempo?

Amor prohibido, amor lejano
recuerdo de un tiempo en el que
éramos felices...

Quiero regresar a tus labios prohibidos
volver a probar la miel que habita en ellos
quiero regresar a tus labios prohibidos
pero que esta vez sean míos.

By me.

jueves, 8 de enero de 2015

Soy Aire...

Soy aire
Por eso me notas desvanecerme entre tus dedos
Soy aire
Por eso lo distante
No puedes tocarme
No puedes atraparme
Soy aire

No hay nada que me detenga
Ni nada que me aprisione
Soy libre, soy aire

No estoy en un solo lugar, no puedo 
Nunca supe como hacerlo
No soy de aquí ni de allá
Fluyo, al compás de la naturaleza
Solo al ritmo de ella, que me creó
Y me hizo como el aire.

Etérea, ligera, fuerte, destructora,
Tranquila, furiosa, como el aire.
Y por eso no puedes tenerme
Por eso me escapo de ti
Y es que sin libertad no sé vivir

Soy un torbellino, y a veces, tornado
Voy de aquí para allá
Pero tu no lo entiendes
No eres dueno de nadie, no lo olvides
No te pertenezco
Solo transformándote en aire
Puedes estar junto a mí.