domingo, 26 de marzo de 2017

La surrealidad...


Pensaba en él a menudo, pensaba en él demasiado. Pensaba en los hubiera y en las casualidades que nos habían unido, recordaba también, aquellas pocas horas que habíamos compartido, aquél momento en el que nuestros caminos se cruzaron.Quizás hubiera sido una linda historia de amor, quizás. Pero la vida no nos había vuelto a reunir. Quizá solo habíamos sido un capricho del destino. Volvía a ese momento una y otra vez, con un millón de preguntas y ninguna respuesta. Porqué nos habíamos conocido? Porqué no nos hemos vuelto a ver? Porqué pienso tanto en él? Estas meditaciones vagaban por mi mente mientras me tomaba una taza de café.

Dejé la taza sobre la mesa mientras contemplaba el papel en blanco que tenía frente a mí. Me había sentado con el propósito de escribir algo, pero por azares del destino mi mente había volado hacia él otra vez, distrayéndome de mi cometido. Pensé que estaría haciendo en este momento. Lo imaginaba es la biblioteca pasando delicadamente sus manos a través de documentos importantes, de esos que le prestaban para llevar a cabo sus investigaciones. Suspiré ante tal pensamiento.

Cogí el libro que tenía sobre la repisa para distraerme de mis divagaciones, pero no lo conseguí. Mi mente viajaba hacia él, construyendo historias sobre lo que pudo haber sido. Era como si esencia envolviera el aire que me rodeaba. Lo sé, eso no tiene ningún sentido, pero a veces me gusta creer que nada lo tiene, que quizás la realidad no sea nada más que una surrealidad que nosotros vamos creando. Comenzó a entrarme la nostalgia.

Decidí darle rienda suelta a mi mente, deje que construyera esos momentos que yo hubiera deseado compartir con él, esa surrealidad en la que ambos estábamos juntos. Perdí la noción del tiempo dejándome llevar por ese sueño, esa surrealidad poética que había creado para los dos.

Cuando desperté creí que habían pasado años, pero no, tan solo habían transcurrido quince minutos. A veces no sabía quien era más cruel, la realidad por no estar junto a él o la surrealidad por hacerme creer que estaba junto a él. Lo cierto era que uno de estos días me volvería loca. Viajar entre ambos mundos tiene su precio. 

Y entonces lo entendí: "mundos" esa era la palabra clave. Quizás no podíamos estar juntos en este mundo, en esta realidad y entonces yo podía creer uno en que lo estuviéramos. Era una forma de hacerle un homenaje a aquello que no tuvimos, era la forma de volver inmortal el momento en el que lo conocí. 

Le dí un sorbo al café frío y tomé la pluma. Comencé a escribir una palabra tras otra en la libreta que antes había contemplado. No sé cuánto tiempo paso. Estaba creando un mundo para los dos, y mientras deslizaba la pluma sobre el papel sonreí.

viernes, 3 de marzo de 2017

Página en Blanco...


Aceptación. Una palabra compuesta de diez letras que nunca me ha sido fácil digerir. Es como si mi cerebro simplemente rechazara el hecho de que esa palabra exista. Quizás se deba a que siempre he sido partidaria del cambio, de moverse, de no adaptarse a la rutina...tal vez.

Aceptación es una palabra que hoy me sabe amarga. "Acepta lo que no puedas cambiar" es una frase popular que he leído un montón de veces y que, aunque quizás sea sabia, no es tan fácil de aplicar. Lo cierto es que la vida no resulta como la planeamos o como quisiéramos que fuera, y a mí me gustaría que esa lección fuera más fácil de aprender de lo que en verdad es.

Hay ocasiones en la vida en la que sientes que eres una página en blanco. Hoy me siento así. Llega un momento en que te rompes y sientes que ya no te queda más, y solo contemplas el vacío que tienes en frente. El vacío casi siempre es precedido por el caos y el desmoronamiento de los planes que tenías, y por razones extrañas del destino, todo eso se va al carajo y no queda más. Solo el infinito vacío. No haya nada más, es la representación de un presente que pintaste diferente, todo lo demás es pasado y lo otros es el incierto futuro.

Contemplas el vacío, y comienzas a creer que todo es una mierda. Y aunque quisieras trasladarte al pasado o al futuro no puedes hacerlo, tienes que lidiar con el vacío de tu presente.  Las páginas en blanco son dolorosas, pero quizás también sean inevitables, quizá sean parte de este proceso llamado vida.

Quizá lo único bueno de las páginas en blanco sea la posibilidad de la reinvención. Quizás te dan la oportunidad de crear una nueva historia, de pintar con nuevos colores, de volver a reconstruir de na mejor manera, con nuevos materiales y con una perspectiva diferente. Quizás.

Mientras tanto contemplo la página en blanco que se ha vuelto mi vida, y miro una y otra vez la caja de colores que esta vez usaré.