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lunes, 2 de marzo de 2020

Marriage Story


Hace unas semanas vi la película "Historia de un matrimonio" o "Marriage Story" en Netflix, y debo decir que me dejó un profundo sentimiento de tristeza, y me dejó reflexionando en varias cosas, y no tanto porque yo ya haya pasado por un divorcio, pero si me ha tocado vivir muy de cerca el de varias personas, es por eso, que la película tocó mi corazón profundamente.

En un divorcio nunca hay ganadores, es más no creo que nunca haya nada que ganar, a excepción de bienes materiales, y aún así eso no se me hace relevante, porque lo que se pierde en verdad son los lazos familiares que llevo tanto tiempo construir. Al final, un divorcio termina siendo una pérdida, y te cuesta no solo dinero, sino también tiempo, y sentimientos. 

La película inicia de un modo excepcional, mencionando lo que cada uno ama del otro, y esto se me hace bastante interesante, porqué mientras vas transcurriendo la película te das cuenta de como todo eso que unía a dos personas termina disolviéndose, convirtiéndose en nada y llegando a decir cosas realmente hirientes que nunca pensaste que un día le dirías a la persona que más amabas, e incluso pudiendo llegar a odiarla casi tan intensamente como la amabas.

Otra cosa que llamó mucho mi atención es que muchas veces damos por sentado que nuestra pareja es feliz, muchas veces porque nosotros no nos atrevemos a preguntar (quizá por temor a la respuesta) si realmente lo es, si todas esas decisiones que se han tomado ha sido para la felicidad de ambos. Otras veces es que la otra persona involucrada tampoco desea expresar su descontento, inconformidad o incluso infelicidad, porque quizás piensa que con el tiempo se arreglará todo. Y entonces asumimos que todo está bien y que cada uno es feliz, hasta que un día BOOM! estalla la bomba y todo se vuelve pedazos. Y es entonces cuando todo lo que hemos callado nos sale a borbotones, y todo se va a la mierda. A veces me parece un tanto irónico el hecho de que, habiendo tantas herramientas para comunicarnos, nosotros mismos, los seres humanos, no hemos podido desarrollar en su totalidad esa capacidad, y vamos por la vida asumiendo, suponiendo y tratando de adivinar lo que la otra persona quiere, cuando sería mucho más fácil el poderlo expresar.

Marriage Story me parece un estudio sobre un tema, que en lo particular, me llega mucho, y que cada vez suele ser más común, y también sobre las relaciones humanas y su psicología, y nuestra incapacidad de comunicarnos. Es una película que te hacer sentir, y por eso me gustó, porque eso es precisamente la finalidad del cine. Sino la han visto se las recomiendo, y si ya la vieron compartánme su opinión. Saludos!

martes, 5 de septiembre de 2017

A short story. Part1




Parte 1: La Jaula

"Algunos dicen que el amor es algo que arde". Eso es lo que pasaba por mi mente en aquella profunda oscuridad. Llevaba días allí, sin saber si era día o noche. Realmente ya no importaba, no me importaba ver el paso de los días. Lo único que deseaba era volverlo a ver.

Me llevé la mano al pecho, tratando de sentir los latidos de mi corazón. Nada. Respiré y lo intenté de nuevo, nada. Entonces recordé que yo no lo tenía, que yo no tenía mi corazón. Él se lo había llevado.
Entonces como era que podía respirar? Como era capaz de pensar? Como es que seguía viviendo? No tenía sentido. Seguramente estaba soñando o era presa de alguna alucinación. Sí, lo recordé, los humanos no podemos vivir sin corazón.

Intenté saber donde me hallaba. Quería levantarme y caminar pero las fuerzas me fallaban, así que comencé a arrastrarme en aquella oscuridad, activando mis sentidos. No toqué nada por un buen rato. Me pregunté si acaso estaba en algún tipo de espacio infinito, en un vacío dónde lo único que había era oscuridad. El pensamiento me provocó escalofríos.

Continué arrastrándome hasta que choqué con una pared. Estaba fría como el piso. Haciendo acopio de todas mis fuerzas me levanté y me recliné en ella. La textura rasposa se me lastimaba la piel, pero eso no podía compararse con el dolor más grande que sentía. Caminé pegada a ella, lentamente. Necesitaba saber hasta donde se prolongaba esa estructura. Tenía los pies descalzos y sucios. Supuse que mi aspecto general debía ser terrible. Caminé hasta que choqué con un estructura de metal. Estaba aún más frío que la pared. Guiándome del tacto, comencé a recorrer la estructura. Era larga y gruesa, como una especie de tubo. Había un un espacio y luego otra estructura igual, y luego otra, y otra más. Comencé a sentir miedo. ¿Donde estaba?

-¿Hola? - dije, pero mi voz se había transformado en un murmullo. Intente de nuevo, esta vez, traté de que sonará más fuerte - ¿Hay alguien aquí?

El silencio era tan profundo como la oscuridad en la que me hallaba. ¿Dónde me hallaba?  ¿Acaso estaba en la cárcel?

-¿Alguien puede escucharme? - pregunté de nuevo, pero lo único que se escuchaba era el eco de mi propia voz.

Me senté y comencé a llorar. No sabía que estaba pasando y tampoco si lograría salir de aquél lugar algún día. Lloré hasta quedarme dormida.

De repente se encendió un a luz. Una luz tan fuerte que logró despertarme. Trataba de abrir los ojos, pero después de haber pasado tantos días en la oscuridad, me resultaba un poco difícil adaptarme a ella.

- Despierta - me ordenó la voz, que me resultó extrañamente familiar. - Es hora de despertar.

Abrí los ojos y observé a mi alrededor. La estructura en que me hallaba era circular, rodeada por barrotes. Detrás de mí había una pared de ladrillos muy alta. Tanto la pared como los barrotes colindaban en un domo por el que entraba un torrente de luz, iluminándolo todo. Y entonces lo entendí, me hallaba en una jaula. Una inmensa jaula. 

Un sinfín de preguntas pasaban por mi mente, y no encontraba respuestas para ninguna. Caminé lentamente hacia los barrotes. Ahí veía que se encontraba alguien. Iba vestido impecable, de traje con corbata, sus rasgos me resultaban familiares, pero como aún mi vista estaba borrosa no podía deducir quién era. 

Cuando estuvimos cerca, pude ver quién era. No podía creer que él estuviese aquí. Los recuerdos se agolparon en mi mente uno sobre otros. Los buenos y los malos. Todo era un collage infinito de momentos que habíamos compartido. Sentí un mareo repentino.

-Te quedó muy bien este lugar - dijo en tono burlón - la decoración es exquisita.

Su expresión me irrito. No podía entender como unos rasgos tan bellos podían tranformarse en un aspecto tan cruel. Ya no había rastro de la luz que alguna vez vi en sus ojos, todo aquello que vislumbré en sus ojos se había esfumado, y ahora solo veía un mirada de burla y lástima.

-Parece que no te han sentado bien estos días - continúo, usando el mismo tono - tienes mal aspecto.

Quise responder, pero sabía que tenía razón, así que solo bajé la mirada. 

-Tampoco hablas, por lo que veo. 

No podía creer sus palabras, y estaba segura, que debe haber tenido corazón, me hubieran causado un gran dolor.

-¿Qué haces aquí? - traté de sonar serena.

-Tengo algo que te pertenece....o mejor dicho que te pertenecía. - Camino lentamente alrededor de la jaula.  Yo lo observaba. No entendía a que se refería.

Se detuvo frente a mí y sonrío. Despacio y con aspecto triunfal, alzó la mano derecha y entonces lo ví, allí en su mano, el sostenía mi corazón. Noté que emitía una tenue luz, y que palpitaba lentamente. Sentí que me asfixiaba, me caí de rodillas. Él me tenía en sus manos.

-¿Lo quieres? - preguntó sonriente. 

Sabía que disfrutaba con mi dolor, sabía que mi aspecto le daba satisfacción. Él había triunfado, se había llevado lo más preciado que tenía. Mi corazón le pertenecía aunque ya no estábamos juntos. ¿Lo quería de vuelta? ¿O quería que le perteneciera a él para siempre?

lunes, 24 de abril de 2017

Te dejo ir...


Te dejo ir no porque ya no te quiera, sino porque es necesario.
He dejado de escribir esta historia, nuestra historia, porque me parecía que cada vez que escribía una línea, nos alejaba. Somos como esos protagonistas que van de un lugar a otro, nómadas, sin darse cuenta que la distancia cada vez se acrecentaba más, aunque en la realidad sea la misma, hay distancias que no pueden medirse en kilómetros.

Te veo feliz y eso me reconforta, veo cumplir tus sueños y eso me hace feliz, y los celebro en silencio porque no puedo abrazarte para compartirlo contigo. Y lo seguiré haciendo.
Tendré que alejarte, también, de mis fantasías, de aquellos oscuros lugares de mi mente, donde a veces, tu eras mío y yo tuya.

Tendré que dejar de escribirte. Tendré que alejarte de mis versos, de mis noches de locura, de mis noches en vela donde tu nombre pasaba una y otra vez en mi mente, deseando que me acompañaras.
Después de todo, olvidar es un proceso.

Tendré que dejar de pensarte. Tendré que apartarte de mi deseo, y de todo lo que alguna vez imaginé. Y es como si una parte de mi mente se estuviera desintegrando.

Tendré que olvidarte, y lo digo como si fuera obligación. Y me soy cuanta de aquí así es. Porque no quiero, pero tengo que hacerlo. Es de tontos atarse a un imposible.

Ojalá algún día te topes con estos textos, con estos tristes versos, que escribí en tu nombre.

Es raro como funciona el destino, y le dejo a él, la osadía de alguna vez, volvernos a ver.


domingo, 18 de septiembre de 2016

Work of fiction: Electric Heart




-Creo que estoy enamorado de ella-
Dejé que sus palabras entraran lentamente en mi cabeza y se asentarán con un duro golpe, como un barco que ha alcanzado el fondo del mar. Las palabras resonaron en mi cabeza, pero yo aún no lograba comprenderlas, por algún motivo extraño, mi cerebro estaba tardando en procesarlas. Pero cuando por fin logré entenderlas sentí una chispa en el corazón. Sabía lo que estaba por venir, el corto circuito, el dolor que me envolvería como una tormenta, larga y oscura, que te dejan agotada. 

No sabía que decir, sabía que tenía un deber como amiga, y seguramente podía dar una de esas respuestas frías y ensayadas que todos tenemos, pero no se me ocurría ninguna. Sonreí ligeramente y tomé un trago de café. Tenía la esperanza de que la cafeína me despejara la cabeza y me quitara un poco el dolor que iba expandiéndose por mi corazón. Del otro lado de la mesa, Luis aguardaba mi respuesta. Al notar mi silencio, siguió hablando.

-No lo sé, es que con ella, todo es tan diferente - dijo lanzando un suspiro. Deseé con todo mi corazón que ese suspiro me perteneciera, que fuera para mí, pero sabía que no era sería y que nunca sería así. Conocí a Luis en la universidad, estudiamos la misma carrera y nos hicimos buenos amigos. Me enamoré de él. Me conocía tan bien, y yo a él. Se lo confesé pero me dijo que él no podía corresponderme porque solo me veía como una amiga, le dije que no había problema, que lo entendía y que siguiéramos siendo amigos. Tardamos un poco en volver a tratarnos normal pero finalmente lo logramos, después de todo éramos personas maduras. Sin embargo, yo seguía enamorada de él. No sabía si él también lo continuaba creyendo, o quizás pensaba que ya lo había superado. Después de todo me había presentado a Elisa, la chica de la que me estaba hablando.

-Estás bien? No has dicho ni una palabra. - Tomó la copa de vino tinto y tomó un sorbo.

-No, es solo... estoy un poco distraída eso es todo.- Traté de sonar lo más convincente que pude. 

-Es solo que creo que Elisa podía ser la indicada. Ya sabes, para casarme.

En ese momento juró que pude escuchar el kaboom! de mi corazón explotando en mil pedazos. Hice todo lo que pude para contener las lágrimas. Decidí que necesitaba más café y apuré lo más que pude de un trago, pero aún así no pude evitar el corto circuito que estaba teniendo lugar en mi anterior. Y aunque no podía ver mi corazón lo sentía como uno de esos anuncios de neon que parpadean y que sabes que están por apagarse.

-Irene - me dijo - estás bien? 

En serio traté, pero ya no pude ocultar las lágrimas. Una música triste comenzó a sonar en las bocinas del restaurant. Todo era tan inverosímil y sin embargo estaba sucediendo.

-Lo siento - murmuré entre sollozos. Supe que la gente nos estaba mirando y traté de recomponerme, pero el dolor era inevitable, se había disparada y lo sentía correr para las venas, invadiéndome completamente.

Luis me miraba perplejo, y entonces vi que su expresión comenzó a cambiar. Lo entendió. En sus ojos comenzó a sentarse la verdad. Lo supo. Sabía que durante todo este tiempo yo aun seguía enamorada de él, y que por eso estaba reaccionando de esta manera.

Quise decirle que eran lágrimas de felicidad, que estaba feliz por él, que todo iría bien. Porque eso es lo que hacen los amigos, Y sin embargo la voz no me salía, parecía que se había ido por algún agujero negro y me asustaba la idea de no volverla a oír. Pero lo que me aterrorizaba aun más era la idea de perderlo para siempre.

-Después de todo este tiempo.... - murmuró. Sus ojos dibujaban tristeza. Guardó silencio. 

-Estoy feliz por ti - yo sabía que había sonado falso. Mi aspecto y lo que decía no concordaban. Me miré las manos esperando que Luis dijera algo. Pero solo me miraba, con una mirada indescifrable. 

-Yo...- dijo e hizo una larga pausa - He sido un imbécil. Perdóname.

No había nada que perdonar. Él había seguido con su vida, había conocido a alguien más y se había enamorado. Era algo natural. Lo único que me dolía es que no había sido de mí. Moví la cabeza esperando que comprendiera lo que yo estaba pensando, pero sabía que no era posible. Respiré, tratando de recomponerme y logré sacar un hilo de voz de ese lugar oscuro donde se encontraba.

-No hay nada que perdonar. Estoy feliz por ti. En serio. - Esta vez mi sonó distinta. Las palabras manaron de mi corazón que estaba a punto de apagarse. No duraría mucho tiempo. Luis guardó silencio una vez más. Los recuerdos de ambos pasaron por mi mente, en cámara lenta, danzando al compás de la música triste que sonaba.

Me observé las manos y noté que las venas empezaron a tornarse azules. Mi piel estaba fría como el hielo. Miré a Luis. Quería verlo una vez más. Quería verlo para siempre.

-Pensé que ... - ahora parecía que la voz de Luis se había por el agujero negro - Ha transcurrido tanto tiempo desde que me lo dijiste. Pensé que...

Moví la cabeza y sonreí.  Sostuve la taza y di un último trago al café. 

-Siempre, siempre te amaré.

La taza se me cayó de las manos y se estampo en el piso, quebrándose. La cara de Luis dibujó una expresión de alarma. Yo sentí el frío recorriéndome todo el cuerpo, envolviéndome como una manta, aunque la comparación suene ridícula. Mi piel se estaba volviendo pálida, y un color azuláceo, empezaba a apoderarse de ella. Todo el restaurant nos observaba. Mi corazón parpadeaba cada vez más, y me arrastraba hacia la oscuridad, o quizás me convirtiendo en ella. Pero no me importaba, yo sería la noche y Luis, sería las estrellas, yo sería el lienzo y el la luz que brillaría por siempre. Quizás así concluían algunas historias de amor. 

Sentí una lágrima recorrer mi mejilla, y el calor del café desaparecer de mis labios. Yo no dejaba de mirar a Luis, sabía que él era lo que yo quería ver por siempre. El fue siempre mi certeza. Lo amaba y siempre sería así.

Y de repente mi corazón se apagó.

****
Nota: esta es una obra de ficción, cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia. La música que suena en el restauran es "Vinegar & Salt" del grupo Hooverphonic.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Work of Fiction: Hechizada...

Nos abrazamos, pero sentí que este no era como los otros. Había una especie de expectativa alrededor de nosotros, como si todo eso que no habíamos querido decirnos estuviera a punto de estallar. Yo quería estar cerca de él una vez más, aunque sea por un instante.

La ansiedad y los nervios me carcomían. Tenía tantas ganas de tener su cuerpo cerca del mío. La sola idea me hizo sentir un vuelco en el estómago.

Nos abrazamos y en cuanto chocó su cuerpo con el mío sentí un choque eléctrico recorrerme el cuerpo. En en se momento me di cuenta de que lo deseaba más de lo que me gustaría admitir. El olor de su perfume me erizó la piel, esperé que él no lo notara,

Sabía que esta sería la ultima vez que lo tendría así de cerca, y que quizá después pasaría mucho tiempo antes de volver a vernos. La idea me aterró. Había tantas cosas que no le había dicho, que nunca pude decirle por falta de valentía, por miedo al rechazo y ahora ya no había tiempo. Me reproché el haber sido tan cobarde. Suspiré.

Llegó el momento de soltarnos. Observé sus ojos café. Un atisbo de valentía se asomo en mi mente, empujándome a decir todas aquellas cosas que había estado evitando.

-Yo...- empecé.

El choqué de sus labios con los míos me detuvo de inmediato. Mi cerebro se paralizó y entonces reaccioné de la única manera que se me ocurrió hacerlo, también lo besé. Con cada instante que pasaba el beso se convertía en algo salvaje, se iba transformando poco a poco en deseo, como la suma de todos los besos que no nos habíamos dado.

Me sujeté a su cuello y dejé que su boca se aveturara por mi cuello y mi pecho. No quería pensar e nada más, tan solo en su boca y en las reacciones que me provocaba. Me empujó sobre la pared y me volvió a besar. Yo sentía que me derretía. Nunca había tenido esa sensación. Me sentía como hechizada, con cada beso mi cuerpo decía bajo su encanto.

Quería decirle que no se fuera, que se quedara y que yo estaría con él por siempre, bajo hechizo, Pero las palabras no salieron de mi boca. Sus manos se deslizaron por los tirantes de mi vestido, bajándolos. Cuando sentí su boca en mis senos, gemí.

Lo jalé hacia mí y me hundí en el olor de su perfume, dejé que me hipnotizara como si estuviera bajo el efecto de alguna droga. Besé su cuello. Agarró mi trasero y colocó mis piernas alrededor de cadera. Yo sentía demasiado calor, no sabía si era el lugar, el hecho de que todavía llevaba puesto el abrigo de piel o lo que estábamos haciendo. Tal vez era la combinación de todo eso.

Mi boca empezaba a tener sed pero alejé ese pensamiento porque solo quería concentrarme en este momento. Una sensación me sacó de mis pensamientos, como cuando te despiertas de repente. Escuché su respiración entrecortada en mi oído, enterré mis uñas en su espalda. Me hundí en un espiral borroso presa de todas las sensaciones que él me provocaba.

Sentí que ambos nos habíamos liberado, que nos habíamos dicho sin palabras todo lo que habíamos guardado durante tanto tiempo. No sabía que pasaría entre nosotros, pero si estaba segura de que quería seguir bajo su hechizo.

****

Nota: Esta es una historia de ficción, cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia.

jueves, 7 de julio de 2016

Work of Fiction: That kind of love...

Estábamos sentados sobre la cama. La ligera brisa del aire agitó la cortina, y se coló por la habitación, suave y fresca. Suspiré.
- No quiero que te vayas- le dije, sabiendo de antemano que eso no cambiaría su respuesta.
-Tengo que.
Guarde silencio. Sentía que el tiempo pasaba demasiado lento. Él tomo la cajetilla que estaba sobre la mesita de noche y encendió un cigarro.
-Quizás si hubiera sabido de ella desde el principio - agregué, con la voz entrecortada.
-No lo hubieras aceptado.
-No lo sabemos.
-Es complicado.
-Acaso no todo lo es?
-No quiero hablar sobre filosofía.
-Ni yo, quiero hablar sobre nosotros. - Dicho esto me recargué sobre su hombro. El calor de su piel me trajo a la mente un sinfín de recuerdos. No quería que se marchara.
Permanecimos en silencio un instante. Era abrumador, Había tanto que decir pero ninguno parecía encontrar las palabras. Es como si ambos tuviéramos miedo a quebrar este momento. Bajé de la cama y me coloqué de rodillas frente a él. Quería, necesitaba mirarlo de frente. Guardar cada detalle de sus hermosos ojos.
-Volverás a enamorarte.
- Lo sé.
-Se volverá loco por ti. Y yo me volveré loco por saberlo.
-Nos amamos.
-Hay muchas clases de amor.
Cada frase que decía se hundía en mi corazón, pero sabía que tenía razón. Lo comprendería algún día, pero no en este momento. Me abrace a él, y sin poder evitarlo más, las lágrimas comenzaron a salir.
-No llores, por favor.
"Como no hacerlo?" pensé, si se me estaba rompiendo el corazón. De un momento a otro, la tristeza se esfumó y le dio paso a esa fuerza inevitable que nos hace perder el control: los celos. Me levanté y comencé a tirar todo lo que encontraba a mi paso, cada objeto desahogando mi furia, mientra yo preguntaba porqué sin obtener una respuesta.
Él se levantó tras de mí y me abrazó por la espalda. Comencé a calmarme. Sentí su aliento en el cuello y su mano comenzó a recorrer mi hombro, pasando por mi cintura, llegando hasta mis muslos.. y entonces se detuvo. Yo quería que continuara, pero sabía lo que seguiría y no quería que terminara así. Me rehusaba a que nuestra historia terminara como un cliché más.
-Porqué sucedió así?
- Tiempo - fue su respuesta.
Me giré y lo vi de frente, nuevamente. Sus ojos reflejaban la luz del amanecer de una manera hermosa. Volvía a tener razón. El tiempo nunca había sido mi aliado, yo siempre intentaba alcanzarlo pero él siempre parecía huir de mí. Me sentía como Alicia persiguiendo al conejo blanco, siempre llegando tarde.
-Crees que nos volveremos a ver?
-Sí.
Me dio un beso en la frente y volvimos a la cama. Encendió otro cigarrillo y dio una calada. Pensé en que quizá si pudo haber sido diferente pero en otro mundo, en este mundo, estabamos a estar separados, al menos en distancia, porque siempre estaríamos unidos de corazón.
Lo observé, repase cada uno de los tatuajes que adornaban su piel, aspiré su aroma. Quería grabarlo en este momento, para siempre en mi memoria. Me observó. Tomó mi cara entre sus manos y soltó el aire del cigarro. Yo lo espiré con mi boca. Nos besamos. Sentí el sabor de tabaco en su boca. Habíamos evitado besarnos, porque no queríamos que nuestra historia terminara de manera tan típica, como en los cuentos de hadas, solo que sin el "felices por siempre". Quizás eso lo hacía más poético. Después él se marchó.

*****
Me encontraba sentada en el mirador. La vista del mar era impresionante, reflejaba un azul intenso con destellos dorados, era un espectáculo maravilloso. La fuerza del viento me golpeaba en la cara y me agitaba el cabello. Agite los pies descalzos y sonreí, era una sensación mágica. El sonido de un auto me saco de mi ensueño
Una camioneta se estaciono cerca de donde me encontraba. Bajaron dos niños y sus padres. La made llevaba unos lentes oscuros y parecía contenta.  El padre llevaba una gorra y se me quedo viendo. Yo lo observé detenidamente, y lo reconocí. Repase con la mirada sus tatuajes y supe que era él. Se acercó hacia mi. Nos saludamos.
-Así que...- comencé, pero las palabras se me cortaron. Solo sonreí nerviosamente.
-Sí - agregó, siempre con sus características frases cortas.
-Es ella - él asintió - es linda.
-Te dije que te volverías a enamorar. - señaló mi mano, específicamente mi dedo donde tenía el anillo de compromiso. Sonreí.
-Siempre fuiste buen adivinador.- esta vez el se rió.
-Tengo que irme.
-Curiosa elección de palabras - me miró, pero había en él un poco de nostalgia - Sé feliz.
-Tu también.
Regresó con su esposa, tomaron unas fotos y se marcharon. Por primera vez tuve la sensación de haber llegado puntual a mi cita con el tiempo.

Me subí a mi auto y comencé a conducir hacia mi casa. Puse una pista en el radio y un montón de sensaciones comenzaron a apoderarse de mí. Comencé a llorar. Detuve el auto y deje que el mar de sensaciones se apoderara de mí. Llore un buen rato.

Cuando conseguí calmarme conduje de nuevo hacia el mirador. Estacione el auto y saqué un sobre de la guantera. Era una carta. El día que se había marchado me había dejado una carta, me dijo que la leyera cuando estuviera lista. Había pasado mucho tiempo desde ese día.
Caminé hasta el mirador y contemplé la vista. Pronto sería la puesta de sol. Me senté de nuevo y aabrí el sobre. Por alguna extraña razón sentí que la escena se me hacía familiar. Al sacar la carta me llegó un olor a tabaco, era como si parte de él se hubiera conservado en esa hoja de papel. Susiré y comencé a leer:

"Querida Sofía,
Sé que ya habrá pasado mucho tiempo para cuando leas esta carta. Confió en que estés bien. El día en que me marché quise decirte tantas cosas, pero bien sabes que siempre he sido un hombre de pocas palabras, ese es uno de mis tantos defectos. Tienes razón debí hablarte sobre ella desde el principio, quizás las cosas hubieran sido diferentes, pero no quería perderte. Quizás lo consideres egoísta de mi parte, pero sabes que no es así, tu me conoces demasiado bien. Y henos aquí. Te perdí, y eso me causa un profundo dolor. Quizás no te lo dije suficientes veces, pero, te amo. Siempre lo hice y siempre lo haré. 

Alguna vez te dije que hay muchas clases de amor en este mundo. Existe el amor fraternal, que nos une a nuestros amigos, a nuestros hermanos y a nuestros padres. Hay amor que vive en silencio. Hay amor imposible. Hay amor a distancia. Hay amor de pareja. Hay amor platónico. Los conocemos, los hemos vivido. Son parte de la vida. Pero hay también otra clase amor. 

Existe esa clase de amor que te cambia para siempre.
Esa clase de amor, que te hace levantarte todas las mañanas y dar lo mejor de ti.
Esa clase de amor que te hace ir a la cama, pensando que el mundo es un lugar maravilloso.
Esa clase de amor que atraviesa cada por cada poro de tu piel, traspasa a las células y te llega al corazón.
Ese clase de amor que te hace llorar y reír.
Esa clase de amor, que te rompe y te revive a la vez.
Esa clase de amor que te da vida, y te hace suspirar cada noche.
Esa clase de amor, que sabes que a partir de ese momento ya no serás el mismo, serás mejor.
Esa clase de amor que traspasa las barreras del tiempo, que desafía la distancia y se ancla por siempre en tu corazón y en tu memoria.
Esa clase de amor que sabes que cerrarás los ojos y lo recordarás hasta el último día.
Esa clase de amor que te acompañará todos los días de tu vida.

Tu me enseñaste esa clase de amor. Sé que suena a cliché y que tu detestas los clichés, pero tenía que decírtelo. Y quizás nadie entienda nuestra historia, pero no me importa. Solo basta con que nosotros lo hagamos. No estés triste por mí. Cada día pienso en ti y sé que lo haré hasta el último día que viva. Desafiemos la distancia, desafiemos al tiempo. Anda y sé feliz."

Quise llorar pero sonreí. Tenía razón, no importa que nadie entendiera nuestra historia, solo nosotros. Me percaté de que el sol ya se había ocultado. El tiempo pasaba demasiado rápido. Respiré profundamente y regresé al auto. Conduje hacia casa, y no pude evitar sonreír. Me sentí feliz.



Nota: Esta es una historia de ficción. Cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia.


lunes, 23 de mayo de 2016

Work Of Fiction: Almas gemelas




La puertas del metro se cerraron. Había sido un día frío y lluvioso así que mucha había preferido quedarse en sus casas, así que el metro no estaba muy congestionado. Me senté en una de las casi vacías sillas de la hilera frente a la puerta. Saqué un libro para avanzar un poco con mi lectura, como de costumbre, pero no podía concentrarme así que desistí. Quizás lo mejor era cerrar los ojos hasta llegar a mi destino, y ver si podía dormitar un poco pero mi sentido de alerta no me lo permitió. Parecía que iba a ser un largo trayecto a casa.

En la siguiente estación abordó una pareja. Se sentaron en la frente a mí. Eran jóvenes y se veían muy enamorados. La chica no paraba de reírse mientras el chico le susurraba cosas en el oído. Yo no quería que se dieran cuenta de que los estaba observando pero tampoco podía evitarlo. Traté de ver hacia lado pero la risa de la chica me lo impedía. Y no solo era eso. Lo que realmente captaba mi atención no era ellos y su demostraciones afectivas, si no más bien, eran los puntos suspendidos que se encontraban en el hombro izquierdo de cada uno de ellos. Un punto verde y brillante. Eran tan jóvenes y aún así ya se habían encontrado. Eran almas gemelas.

Se suponía que todos teníamos uno flotando sobre nuestro hombro izquierdo, pero era prácticamente invisible hasta que conocías a tu alma gemela. Entonces se tornaba verde y brillante. Ese pequeño punto parecía ser importante para todas las personas, todos querían encontrar a sus otras partes. Ese pequeño punto valía tanto, que muchos habían perdido la cordura por encontrarlo. Los afortunados que lo encontraban, parecían vivir felices para siempre, como en los cuentos que me contaba mi abuela de niña. Los que no lograban hacerlo se limitaban a ser indiferentes, pero sabiendo que su alma gemela se encontraba en algún lugar de allá fuera. Era increíble como algo tan pequeñito cambiar la vida de las personas. Había algo casi mágico en él.

Sin embargo yo no era de esas afortunadas. Yo nunca había visto ningún punto verde en ningún chico y era obvio que ninguno de ellos tampoco había visto uno en mí. El pensamiento me hizo un nudo en el corazón. Eso me ponía nostálgica. La verdad era que todos deseábamos encontrar ese punto flotando sobre ese persona, y esa persona pudiera verlo sobre nosotros. Lo deseábamos desesperadamente. Algunos pasaban la vida buscándolo. Algunos se volvían locos. Así era mi mundo. Cerré mis ojos esperando que afuera lloviera y que pudiera llevarse mis pensamientos.

El ruido de la puerta del metro me despertó. Había llegado a mi estación. El tiempo se me había pasado más rápido y pensé que tal vez me había quedado dormida. Me levanté rápidamente y me si cuenta de que la pareja ya no estaba. Salí del metro y para mi sorpresa la estación estaba casi vacía. Era lógico, pensé. Caminé lentamente por el pasillo central hasta llegar a un espacio donde se encontraba un gran reloj, marcaba las 8:10 de la noche. Pensé que era más tarde. Y era muy extraño que a esa hora la estación estuviera tan vacía. Miré a mi alrededor, Un par de personas caminaba lentamente por la estación, como si estuvieran dando un paseo por ella. Eso también era extraño. Generalmente se escuchaba un barullo por la cantidad de gente que iba a y venía apresuradamente por la estación. Sin embargo, esa noche estaba tranquilo. Extrañamente tranquilo. Sentí que si me atrevía a suspirar probablemente se escucharía en cada rincón. Intenté avanzar, pero el movimiento me pareció imposible de realizar. Por alguna extraña razón mi mente no parecía obedecer mis órdenes. Lo intenté de nuevo pero nada, no me movía. Mire el reloj y esperé. Suspiré lentamente y transcurrido un minuto, realicé la misma tarea. Esta vez mis pies respondieron inmediatamente. Preocupada, caminé lo más de prisa que pude hacia la salida de la estación.

Al salir, el aire frío me golpeó la cara, pero después del extraño suceso me pareció revitalizante. Traté de calmar mi ritmo cardíaco y continué mi camino hacia casa. Pese a que me encontraba fuera, tenía una extraña sensación. No sabría como explicarlo. 
Llegué hasta el puente, y noté que casi no habría gente transitando por él.Consulte mi reloj: eran las 8: 27. No era tan tarde, pero aun así estaba casi desierto. Caminé, volteando cada tanto hacia atrás, para ver si alguien venía. Quizás ya no debía ver tantas películas. Debajo, los carros iban a venían, sin mucho ruido. A la mitad del puente vi a un chico recargado sobre el barandal, fumando. Miles de ideas pasaron por mi cabeza pero aún así tenía que atravesar el puente, tomar otro camino a casa me llevaría mucho tiempo. Suspiré y avancé. Pasé de largo al chico, y seguí caminando. De repente alguien gritó mi nombre.

-Lena!

Giré y para mi sorpresa, la voz provenía del chico que estaba fumando. Pensé en que había una confusión y había alguien más llamada Lena cruzando el puente. Observé a ambos lados, pero no había nadie más. Quise irme, pero de nuevo mis zapatos no se despegaron del suelo. Al ver que no me movía, él se acercó a mí.

-Lena, es que no me reconoces?
Lo vi más de cerca, llevaba unos jeans, una chamarra negra, tenis y un camiseta gris. Su cabello negro le caía sobre los costados de la cara, enmarcándola.Tenía labios delgados, y unos ojos negros y profundos. Hice trabajar mi memoria, pero al igual que mis pies, estaba congelada.
-Lo siento, yo...
-Soy Oscar, vivíamos en la misma calle. íbamos al escuela juntos.
-Oscar! - dije, reaccionando y lo abracé. No sé como no pude reconocerlo. Pero lo cierto es que no lo había visto en mucho tiempo.
-Hacia dónde vas? - me miraba con mucha curiosidad
-Voy a mi casa - respondí en un tono aburrido
-Te invitó un café, aquí cerca - añadió rápidamente al ver que yo consultaba mi reloj - Hay que celebrar nuestro reencuentro.
-Esta bién - me sentía cansada, pero después del extraño día que había tenido, un café no me vendría mal. Regresamos por el puente y caminamos hasta una cafetería cercana. Mietras tanto pláticabamos sobre lo que habíamos hecho de nuestras vidas. Yo siempre he pensado que mi historia era muy aburrida, pero aún así Oscar la escuchaba con atención.

Al entrar en la cafetería, nos sentamos y ordenamos dos cafés y unos pastelillos para acompañar. Conversamos y tomábamos café. Pronto, comencé a sentirme más animada, seguramente por la cafeína, y empezamos a rememorar "viejos tiempos". Me sentí un poco nostálgica, pero aún así pensé que encontrarme a Oscar había sido una agradable sorpresa. De niña solía pensar que cuando fuéramos grandes nos casaríamos y viviríamos felices por siempre. Suspiré, eran cosas de niños. Desafortunadamente nunca vi ese misterioso punto verde en el hombro izquierdo de Oscar. Estoy segura que él tampoco veía nada sobre el mío. Quizás en otro mundo seríamos almas gemelas.

Cuando íbamos por la tercera taza de café, Oscar me preguntó, con sierto aire serio:
-Qué haces aquí?
La pregnta me desconcertó un poco.
-Pues tomo un café contigo.
Sonrió, admito que tenía una linda sonrisa.
-No, no me refiero a eso, sino a qué haces en este mundo?
Lo miré fijamente. Creo que ahora íbamos a empezar las charlas existenciales.
-Bueno, ya te dije, trabajo en el laboratorio...- él movió la cabeza.
-No - hizo una pausa - acaso no te has dado cuenta?
Esta vez fui yo la que movió la cabeza. De que hablaba?
-Estás en otro mundo - dijo y sonrió - bienvenida.
Estaba desconcertada, como que en otro mundo? De qué estaba hablando? Acaso estaba drogado? Quizás eso explicaría el cigarro. Quizás era hora de irme.
Al ver mi cara de desconcierto,trató de explicarse mejor.
-Yo vivo en otro mundo - sacó un cigarro de la cajetilla y lo prendió, le dió una calada - y tu haz venido a mi mundo. Acaso no has tenido una sensación extraña desde que saliste de la estación?
-Sí - dije, secamente. Como rayos sabía eso?
-Bueno, es tu mente advirtiéndote de que hay algo extraño. Y efectivamente, no éstas en tu mundo.
-Creo que debo irme - dije cortante y algo molesta. Oscar me sujetó de la mano.
-Puedo probarlo.
Movió su mano y señaló a través de la ventana. Yo no quería voltear, pero mi curiosidad siempre me ha ganado. Entonces la vi. La luna era rosa. No lo podía creer. Quise gritar pero no pude. Había luna llena y era rosa. Parpadeé pensando que era algún efecto de mis ojos. Quizás yo también estaba drogada, quizás había puesto algo en mi bebida. Pero sabía que no, todo el tiempo tuve mi taza, y tampoco la señorita que nos atendía pudo poner algo.
-No consumo drogas - dijo, como leyendo mis pensamientos.
Traté de darle una explicación. Busqué en mi memoria algún fenómeno físico al que le pudiera atribuir el color de la luna, pero no se me ocurrió ninguno. Traté de calmarme.
-Estamos en otro mundo - dijo Oscar una vez más.
Lo miré mientras él le daba otra calada a su cigarro.
-Donde estamos?
Alzó lo hombros.
-Como llegué aquí?
-Por el metro, la estación en que bajaste es la entrada a este mundo. Así llegué yo.
Me sentí aún más desconcertada.
-Así llegaste tú? Y porqué no te has marchado? - tenía demasiadas preguntas.
-No quiero, me gusta más este mundo.
Lo mire y después miré la luna. Era hermosa. El destello que emitía era rosa. Era impresionante. Creo que en ese instante pude comprender a Alicia cuando estaba en el País de las Maravillas.
-Porqué estás aquí?
-Bueno, no me gustaba el otro mundo. Cambió demasiado. La gente olvidó la 
perspectivas de las cosas, y se volvió loco.
Pff. Él hablando de locura.
-Y sobre todo el asunto de las almas gemelas. Todos buscando ese puntito desesperadamente como si fuera el código de barrar de un algún objeto en descuento. Quieres otra prueba más de que no estás en tu mundo? - señaló hacia atrás de mí.
Allé se encontraba una pareja cenando. Ya eran personas grandes, pero se veían con ternura. Sonrían y charlaban. El señor agarraba la mano de su mujer. No tenía que conocerlos para poder decir que se amaban. Lo notaba en sus miradas. Lo extraño era que ninguno de los dos tenía ese puntito verde flotando. No como la pareja del metro.
-Me gusta este mundo porque aquí solo amas. No importa si tiene un punto o no.
Lo mire. Pese a que sus ojos eran negros, transparentaban claramente sus emociones. Yo había perdido la voz. Una tristeza profunda como la raíces de un árbol comenzó a invadirme.
-Qué hago aquí?- dije, con un hilo de voz.
El me miro. Y en sus ojos se dibujaron cierta melancolía.
-Yo te llamé, quería verte.- hizo una pausa - y supongo que a ti ya no te gustaba tu mundo. Más o menos así he adivinado que funciona el sistema.Sonrió. Estaba nervioso.- Escucha, Lena, he pensado mucho en ti. Me gustabas cuando éramos niños. Tenía la idea de que tu serías mi esposa. Pero el punto nunca apareció sobre tu hombro. Era tan rídiculo. Yo siempre supe que eras tú. - Bebió un poco de café - Entonces nos mudamos. Cada noche pensaba en ti.Quería verte. Pero nuestros caminos nos llevaron por caminos diferentes. Supongo que perdí mi interés en el mundo, por así decirlo. Y un día, llegue a esta estación y a este mundo. Y decidí quedarme. Y desde que llegué he pensado en ti. Cada noche. Fuiste mi primer amo. No, corrección, has sido mi único amor.
No supe qué decir. Todo un remolino de emociones se desató en mi interior, y llegó hasta mi garganta, dejándome sin voz. 
-Tengo que irme - dije.
Su mirada atravesó cada capa de mi piel. La melancolía se había convertido en tristeza. Éramos dos personas tristes sentadas en una cafetería, mientras una tenue luz rosa nos iluminaba. Era casi surreal.
-No puedo evitar que te vayas. Te acompañaré a la estación.

Caminamos en silencio. Yo pensaba en demasiadas cosas y él igual. Quería decirle algo pero no sabía qué. Entonces comencé a hacerme miles de preguntas: Lo amaba? Quería quedarme en este mundo? Que pasaría con el otro mundo? Me sentía feliz en mi mundo? Sería más feliz en este? Porqué la luna es rosa? Lo amaba? Pensé en mi mundo. Aquél lugar donde la felicidad la dictaba un puntito verde flotando sobre el hombro izquierdo. Donde yo no encajaba. Donde no era feliz. Donde parecía no ser el alma gemela de nadie. O podía quedarme en este nuevo mundo, donde un hombre me acababa de declarar su amor. Toda una vida deseando encontrar a mi alma gemela y ahora alguien me decía que estaba enamorado de mí. Nos reencontramos en este mundo.

Entonces pensé en las coincidencias. En la serie de sucesos que habían ocurrido para llegar a este mundo, Nos había tomado años reencontrarnos, nos había llevado, literalmente, cruzar mundos para reencontrarnos. Era surreal.
Llegamos a la estación. Caminamos hasta el andén. Y esperamos.

Recordé los días de antaño, los tiempos felices en los que Oscar y yo jugábamos cuando éramos niños. El día en que se mudó lloré incontrolablemente, sentí una tristeza que jamás había vuelto a sentir... hasta hoy. Y entonces lo entendí, ese día se había forjado la raíz de mi tristeza.  Se había ido a las 8:10 de las mañana y yo había llegado aquí a las 8:10 de la noche, Habían transcurrido 17 años. Tomé sus manos y lo abracé. Recordé que todos los días pensaba encontrar a mi alma gemela, sin saber que la había encontrado hace mucho. No importaba que no flotara el punto sobre su hombro, de hecho no importaba nada. Sentí que la tristeza iba desapareciendo poco a poco, y que las raíces estaban dando paso a una bella flor, al algo nuevo y hermoso. Quizás no bastaba un mundo para nosotros.

-Me quedaré contigo- dije.

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Nota: esta es una obra de ficción, la cual esta inspirada por dos obras, "1Q84" de Haruki Murakami y "Brida" de Paulo Coelho.  


martes, 26 de abril de 2016

The Other World...

"Y entonces me enamoré. Me parecía que era la primera vez y también supe que no duraría mucho. Había sido así siempre, tanto, que se convirtió en un constante en mi vida. Yo y mis improbabilidades amorosas, era casi razonamiento matemático. Pese a eso, dejé llevarme por su magia, porqué de que sirve enamorarse sino es para dejarse llevar? Para escapar un instante de la realidad, y dejar que su efecto corra por tus venas, hipnotizándote. 

Bailabamos al compás de una melodía lenta, él me sujetaba de la cintura y yo me aferraba a su cuello. Decidí guardar ese momento y me concentré en todo lo que existía a mi alrededor: la música, los olores, el tacto de su piel, nuestros paso acompasados, el roce de su mano. Quería guardarlo todo, porque era mágico.

Llevábamos poco más de tres meses juntos, y por más que tratábamos de prolongar el tiempo, sabíamos que no era posible, que llegaría a su fin, como el tren que tarde o temprano llega a la estación al concluir un viaje. Nuestra estación estaba cerca.

A veces, me parecía demasiado inverosímil que hubiéramos coincidido en el tiempo, porque se suponía que no debíamos hacerlo. Personas como nosotros deberían mantenerse a cierta distancia. Pero chocamos, como los planetas, literalmente. Tropecé con él a la salida de un café y me topé con su mirada. Duró una fracción de segundo, un mili segundo quizás, pero con ese bastó para que yo observara el universo en sus ojos. De haber sabido que su mirada me estaba prohibida quizás lo hubiera evitado, quizás hubiera ido a otro café, quizás, quizás, quizás...Pero ese futuro ya no existe, era tan improbable como nosotros.

La música sonaba, y nosotros nos movíamos a su ritmo. Lo miré, porque quería guardar el universo de su mirada en mi memoria. Me tomó de la barbilla y me besó. Sabía que era el último beso y por ese sería eterno. 

Tal vez no debimos habernos topado aquél día, tal vez no debimos mirarnos, tal vez debía salir antes... tal vez habíamos sido un error del tiempo, algún desajuste con el que no contaba. Hubiese querido coincidir con él antes, mucho antes. Cuando él tiempo estaba de nuestra parte, pero uno no puede elegir de quién enamorarse. Algunos dicen que sí, pero yo no comparto esa idea. Los amores imposibles parece ser parte de mí.

Aquél día, en aquella cafetería, nos encontramos, después de mucho tiempo, pero ya era tarde. Nos miramos. Aquél día habíamos entrado en otro mundo, uno prohibido donde nadie debería entrar, porque dicen que aquél que le pertenece a otro, no le debería pertenecer a nadie más".

lunes, 11 de abril de 2016

Sus labios...

Quería besarlo. En serio, quería hacerlo. Mientras, él hablaba sobre asuntos diversos, la verdad no puedo recordar sobre qué era exactamente. Yo me concentraba en otra cosa, en sus labios, si, sus labios me parecieron un mejor lugar para perderme. En esa líneas finas que casi siempre gesticulaban seriedad.

Mientras él me hablaba, yo ya me había extraviado en otro universo, uno donde él y yo solos existíamos, y las circunstancias no importaban. El universo de su boca.

Mientras gesticulaba yo solo podía imaginar el sabor de sus labios, su textura, el tacto sobre los míos, el choque eléctrico que me recorrería todo el cuerpo. Valía la pena arriesgarse solo por eso. Valía la pena romper las reglas tan solo por sus labios, por un beso y quién sabe a dónde nos llevaría después. Me imaginé rodeando su cuello, sosteniéndome sobre la punta de mis pies, nerviosa, con la respiración agitada, pero besándolo, besándolo al fin.

Quisiera haberlo besado, pero no lo hice. No lo besé. Me detuvo "la moral", el miedo al rechazo, las dudas. Porque no sería correcto, porque si me rechaza ya no podría volverlo a mirar. Rayos! La moral! Esa que se nos impone como una muralla, que nos detiene y nos amarra. Con ganas de mandarla muy lejos, de vez en cuando!

Quiera que él tuviera tantas ansias de besarme como las tengo yo. Quisiera rendirme al placer de sus besos. Quisiera que su boca fuera la invitación a descubrir otro universo.



Pero no lo besé.

jueves, 25 de febrero de 2016

#Freak



Ven, y seamos un par de locos.
Ven y seamos una fuerza de la naturaleza.
Aunque nadie nos comprenda, que así la vida es bella.
Shhh, toma mi mano.
Que así es como me siento por ti, totalmente loca.

sábado, 31 de octubre de 2015

Para mi alma gemela...

Querida alma gemela:

He esperado muchos días para conocerte. Días y noches en vela, horas, minutos y segundos que se volvieron demasiado largos para contarlos.

He perdido la cuenta de mis intentos por encontrarte. He derramado ya demasiadas lagrimas por tu ausencia, tantas, que me siento vacía. La razón me dice que debo dejarte ir, disfrutar la vida y que algún día llegaras. La esperanza me dice que no me rinda, que lo intente una vez mas...

He intentado llenar tu espacio con otras personas, con otras cosas, pero todo ha sido en vano. Incluso he tratado de olvidarte, pero ha sido imposible.

Quiero ser feliz en lo que tu llegas, creer que en ese momento aparecerás como un relámpago en la oscuridad que me iluminara por siempre. Mientras tanto debo continuar el viaje, sin tu compañía, esperando que algún día podamos entrelazar nuestras manos.

Tengo fe en que nos encontraremos en el momento oportuno, y entonces caminaremos, juntos.


lunes, 26 de octubre de 2015

Una historia sin palabras...

Cuándo quieres contar algo pero no encuentras las palabras...entonces deja que la música hable.

The Beginning


The Knot




The Finale