martes, 26 de abril de 2016

The Other World...

"Y entonces me enamoré. Me parecía que era la primera vez y también supe que no duraría mucho. Había sido así siempre, tanto, que se convirtió en un constante en mi vida. Yo y mis improbabilidades amorosas, era casi razonamiento matemático. Pese a eso, dejé llevarme por su magia, porqué de que sirve enamorarse sino es para dejarse llevar? Para escapar un instante de la realidad, y dejar que su efecto corra por tus venas, hipnotizándote. 

Bailabamos al compás de una melodía lenta, él me sujetaba de la cintura y yo me aferraba a su cuello. Decidí guardar ese momento y me concentré en todo lo que existía a mi alrededor: la música, los olores, el tacto de su piel, nuestros paso acompasados, el roce de su mano. Quería guardarlo todo, porque era mágico.

Llevábamos poco más de tres meses juntos, y por más que tratábamos de prolongar el tiempo, sabíamos que no era posible, que llegaría a su fin, como el tren que tarde o temprano llega a la estación al concluir un viaje. Nuestra estación estaba cerca.

A veces, me parecía demasiado inverosímil que hubiéramos coincidido en el tiempo, porque se suponía que no debíamos hacerlo. Personas como nosotros deberían mantenerse a cierta distancia. Pero chocamos, como los planetas, literalmente. Tropecé con él a la salida de un café y me topé con su mirada. Duró una fracción de segundo, un mili segundo quizás, pero con ese bastó para que yo observara el universo en sus ojos. De haber sabido que su mirada me estaba prohibida quizás lo hubiera evitado, quizás hubiera ido a otro café, quizás, quizás, quizás...Pero ese futuro ya no existe, era tan improbable como nosotros.

La música sonaba, y nosotros nos movíamos a su ritmo. Lo miré, porque quería guardar el universo de su mirada en mi memoria. Me tomó de la barbilla y me besó. Sabía que era el último beso y por ese sería eterno. 

Tal vez no debimos habernos topado aquél día, tal vez no debimos mirarnos, tal vez debía salir antes... tal vez habíamos sido un error del tiempo, algún desajuste con el que no contaba. Hubiese querido coincidir con él antes, mucho antes. Cuando él tiempo estaba de nuestra parte, pero uno no puede elegir de quién enamorarse. Algunos dicen que sí, pero yo no comparto esa idea. Los amores imposibles parece ser parte de mí.

Aquél día, en aquella cafetería, nos encontramos, después de mucho tiempo, pero ya era tarde. Nos miramos. Aquél día habíamos entrado en otro mundo, uno prohibido donde nadie debería entrar, porque dicen que aquél que le pertenece a otro, no le debería pertenecer a nadie más".

domingo, 24 de abril de 2016

Work of Fiction: Madness

El amor es una de esas cosas difíciles de entender, o al menos siempre he creído eso. Pero es que mis historias de amor nunca las ha entendido nadie, yo en cambio he aprendido que para entenderlas tienes que vivirlas. Pero allí esta lo complicado, porque todos vivimos el amor desde nuestra perspectiva, como la mayoría de las cosas, y todo lo que no entre en nuestra perspectiva se nos hace difícil de entender. Es naturaleza humana.

Estábamos sentados sobre la cama. El ruido del tráfico matutino se colaba por la ventana pero eso no nos importaba, nosotros vivíamos solo en este momento, nuestro momento. Yo estaba abrazada a su cuello y contemplaba su rostro, él me miraba fijamente. Antes no le gustaba que yo hiciera eso, pero después de que le dije que a mí no importaban las marcas del tiempo en su rostro, se acostumbró. Pasé una mano sobre su cara, acariciando sus rasgos. Cuando toqué su barba me hizo cosquillas y reí. En ese momento él me tomó de la cintura y me atrajo hacia si. Me besó. Yo cerré los ojos, porque me gustaba concentrarme en el sabor de su boca, en la carnosidad de sus labios y en lo bien que besaba. Para mí el tiempo se detenía cuando me besaba, y no me importaba nada más. Sí, sé que suena a cliché.

Cuando terminó con mi boca, empezó con mi cuello. Sus besos me producían unas cosquillas extrañas, y siempre me reía. Recuerdo que al principio detestaba que lo hiciera, y al instante dejaba de besarme, pensaba que me burlaba de él. Pero no era así. Cada vez que besaba mi cuello sentía mariposas revoloteando mi estómago y eso me hacía reír. Era la locura que sentía por él. Creo que al principio había tantas cosas que no le gustaban de mí, y sin embargo, nos enamoramos y eso no tiene sentido. Él era más grande que yo, pero yo no creía que los años que había entre nosotros eran un obstáculo, al contrario, me parecía mucho más interesante.

Yo nunca había creído en los cuentos de hadas, me parecían historias absurdas, carentes de sentido. Pero las historias reales, en cambio, me fascinaban. Aquellas con complicaciones y enredos, aquellas que no siempre tienen final feliz pero que dejan huella. Aquellas en las que el amor te consume, porque si no te consumía para mí no valía la pena amar.

Sus manos empezaron a deslizarse bajo mi blusa y sentí mi respiración entrecortarse. Comenzó a acariciarme los senos. su manos, algo ásperas denotaban habilidad, que había adquiriendo acariciando a otras mujeres, antes. Eso yo lo sabía, pero tampoco me importaba. Sus caricias eran suaves y precisas, acelerando siempre en el momento adecuado, acompasándolo con su respiración y la mía. En un abrir y cerrar de ojos la blusa había desaparecido.

Caí sobre la cama y comenzó a besar mi cintura, su barba ráspandome, procándome un ligero cosquilleo que se expandía en todo mi cuerpo como las ondas en el agua. El corazón comenzó a latirme más rápido. Pero yo deseaba su boca, quería sentir el sabor una vez más. Nos besábamos ansiosamente, deseando más cada vez. Cerré los ojos y me dejé llevar por el éxtasis. 

Empecé a tener esa extraña sensación de estarme consumiendo, como si yo fuera papel y él fuera fuego, quemándonos. Y yo deseaba volverme humo y cenizas. Para mí el amor no tenía sentido si no te consumía, si no sentías ese fuego ardiendo por dentro.... pero eso era peligroso. Había pasado por tantas situaciones antes, que antes de conocerlo sentía que me había convertido en nada y que jamás volvería arder.

A veces sentía que ya habíamos traspasado la línea que separa el amor de la locura, ese inmenso abismo misterioso en el que puedes quedar atrapada. Quizás ambos lo sabíamos pero no nos importaba. Yo perdía el sentido de la realidad cuando estaba con él

En este momento yo me encontraba en una dimensión alterna donde solo nos encontrábamos los dos. Su piel rozaba con la mía, y sus manos se movían libremente por mi cuerpo. Mi visión se hacía cada vez más nublosa.

La imagen de mi recámara se desvaneció por completo y se convirtió en un paisaje distinto. La dimensión en la que nos encontrábamos era oscura pero hermosa, con una infinidad de partículas flotando alrededor de nosotros, quise tocarlas pero parecían estar fuera de mi alcance. La cama había desaparecido y nosotros nos hallábamos suspendidos en medio de todas ellas.

De repente sentí tensarse todo los músculos de mi cuerpo, y cada una de mis células nerviosas parecían querer estallar. Ya no pensaba, solo sentía. Y entonces comencé a caer en ese oscuro e inmenso vacío, las partículas brillantes caían sobre nosotros. Era el delirio en estado puro, era el amor consumiéndome.

Abrí los ojos y vi el techo. Comencé a relajarme. Lo besé una vez más y lo abracé, mientras sentía como su cuerpo y el mío se ajustaban al mismo ritmo de respiración.



Nota: Esta es una obra de ficción, cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia. La obra esa inspirada en la canción "Madness" de Muse, de la que se deriva el título.

miércoles, 20 de abril de 2016

Smoke without fire...






6 días sin escribir. 
Últimamente no sé como expresar mis pensamientos en palabras.
Tal vez sea como dice la canción, "no hay humo sin fuego" y quizás no hay versos sin ti.

Y mientras tu te escapas, y la palabras se esfuman de mi pluma, dejaremos que la música hable.

lunes, 11 de abril de 2016

Sus labios...

Quería besarlo. En serio, quería hacerlo. Mientras, él hablaba sobre asuntos diversos, la verdad no puedo recordar sobre qué era exactamente. Yo me concentraba en otra cosa, en sus labios, si, sus labios me parecieron un mejor lugar para perderme. En esa líneas finas que casi siempre gesticulaban seriedad.

Mientras él me hablaba, yo ya me había extraviado en otro universo, uno donde él y yo solos existíamos, y las circunstancias no importaban. El universo de su boca.

Mientras gesticulaba yo solo podía imaginar el sabor de sus labios, su textura, el tacto sobre los míos, el choque eléctrico que me recorrería todo el cuerpo. Valía la pena arriesgarse solo por eso. Valía la pena romper las reglas tan solo por sus labios, por un beso y quién sabe a dónde nos llevaría después. Me imaginé rodeando su cuello, sosteniéndome sobre la punta de mis pies, nerviosa, con la respiración agitada, pero besándolo, besándolo al fin.

Quisiera haberlo besado, pero no lo hice. No lo besé. Me detuvo "la moral", el miedo al rechazo, las dudas. Porque no sería correcto, porque si me rechaza ya no podría volverlo a mirar. Rayos! La moral! Esa que se nos impone como una muralla, que nos detiene y nos amarra. Con ganas de mandarla muy lejos, de vez en cuando!

Quiera que él tuviera tantas ansias de besarme como las tengo yo. Quisiera rendirme al placer de sus besos. Quisiera que su boca fuera la invitación a descubrir otro universo.



Pero no lo besé.

viernes, 8 de abril de 2016

La espera...

A veces tengo la sensación de que los humanos vivimos "en espera", en ese interminable momento en el que esperamos que algo maravilloso suceda. 

Si analizamos un poco nuestro alrededor, nos podemos dar cuenta de que la espera es algo común e nuestras vidas. Esperamos un taxi, esperamos una cita, esperamos una llamada telefónica, esperamos en el médico y en el banco, esperamos algo todos los días. No importa lo que sea.  A veces he llegado a preguntarme, cuántos minutos sumados llevamos esperando durante toda nuestra vida?

Son extrañas esas ocasiones en las que te haces consciente del tiempo. Porque no es lo mismo ver el tiempo pasar en el reloj, que ser consciente de que esta transcurriendo. Cuando eso me pasa, suelo tener la sensación de que todo transcurre más lento, como si las manecillas se hubieran percato de ello y se mueven sigilosamente, temerosas de que haya entendido su secreto. Generalmente estos momentos no duran demasiado.

Iba caminando y meditando en ello cuando sentí que alguien conocido paso cerca de mí. Me giré pero no era alguien que yo conociera. Entonces pensé "ojalá hubiera sido..." y entonces me percaté de que de todas las esperas, hay una que todos anhelamos. Los reencuentros. El volver a ver a una persona que fue parte de nuestra vida nos lleva a la espera más poética de todas. A veces es esa espera misteriosa la que nos lleva a recorrer diferentes rumbos, de aventurarnos, la esperanza de volvernos a topar a esa persona.

Y cuando lo hacemos, cuando vivimos ese reencuentro, el tiempo se distorsiona, pasa lento, puedes sentirlo, y te das cuenta de que la espera ha sido larga. Oh pero el tiempo, con sus secretos, se acorta, se torna breve, y nos devuelve a eso que llamamos "la espera".



martes, 5 de abril de 2016

La (inevitable) soledad...

Últimamente he sentido que la tablet se ha convertido en mi mejor compañía, y creo, honestamente, que eso suena deprimente y lo es. En un mundo en el que estamos continuamente conectados los unos a los otros a través de toda esta tecnología y de las redes sociales, habemos algunos que aún así nos sentimos en completa soledad. Creo que actualmente estoy pasando una situación irónica, y es que a mí nunca me ha molestado mi soledad, de hecho, la aprecio y la disfruto, sin embargo, la noche de ayer me di cuenta de que en este momento no lo sentía de la misma manera. Jamás me había sentido sola. Y eso me golpeó.

Y es que pese a toda la tecnología que poseemos es inevitable sentirnos solos. Tal vez la tecnología, como la mayoría de los inventos, fueron creados para darle un bienestar a la sociedad. Quizás la premisa de toda esta idea de estar permanentemente "conectados" es la de evitar que no nos alcance esa soledad, de la que tanto huimos.

Pero hay una gran diferencia entre estar solo y sentirse solo. Mientras leía 1Q84 (libro tres) me topé con una frase que menciona Aomame, una de las protagonistas de la novela: "Vivo en completa soledad, pero no me siento sola". Es abrumado cuando en una frase se pude expresar todo un sentimiento de diferencia. 

El mundo actual es tan paradójico, porque aunque estemos rodeados de mucha gente y estamos en constante comunicación con otros, no podemos evitar sentirnos solo. Quizás solo intentamos llenar nuestra soledad. Porque siendo sincera, conozco muy poca gente que disfrute su soledad. Es válido sentirse solo y querer compañía, pero hasta es sano sustituir la presencia por aparatos electrónicos? Llegaremos al punto de tener robots para no estar solos?

Los estudiosos aseguran que la soledad puede volver loco al hombre, el aislamiento no es algo sano. Es entonces la soledad algo que deberíamos evitar? algo nocivo? No lo sé, y creo que ya me desvié del tema.

Quizás solo sea pura verborrea, y la necesidad inexplicable de no sentir la (inevitable) soledad.