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miércoles, 3 de marzo de 2021

Closing the chapter...

Me he desaparecido un buen rato. Como ya lo he dicho antes, a veces creo que se me "seca el cerebro" y ya no sé que contarles. Aparte de eso, estuve pensando seriamente sobre si escribir esta entrada. A veces pensaba que ya no tenía caso, que ya lo pasado, pasado y que hay que mirar hacia delante. Tampoco quería darle mayor importancia a un asunto que, honestamente, no lo tiene. Sin embargo, al final decidí que quiero escribir esta entrada para mí, para expresar lo que pienso de este asunto y para ya cerrar este capítulo de manera definitiva.  Y quizás también, porque una parte de mi cree que la persona a la que va dirigida lo leerá, y sabrá lo que pienso, aunque no creo que le importe demasiado.

Para dar un contexto, debo decir que me bloquearon en facebook. Sinceramente no lo había notado, sino que fue por azares del destino me percaté de ello. No estoy tan sorprendida por el hecho de que me hayan bloqueado, lo que me sorprende más bien, es que a estas alturas, lo hayan hecho. Y digo esto, porque yo creía, que ya no había "diferencias de carácter" entre esta persona y yo. Quizás porque, de mi parte, al menos, ya no había ningún problema, pero una vez más, vuelvo a comprobar, que la otra parte aún tiene cosas que solucionar.

Siempre he sido fan de hablar las cosas y tratar de arreglar los malentendidos, pero estoy consciente de que no todos piensan de esta manera. Me imagino, y entiendo, las razones que tuvo la otra persona para bloquearme, esta bien, no hay problema. Quizás realmente sea lo mejor. Quizás hay cosas que simplemente no pueden arreglarse.

Este hecho me puso a pensar, y he llegado a la conclusión de qué ya es tiempo de cerrar este capítulo de manera permanente. Creo que ya he llegado al momento en el que ya no estoy para actitudes en las cuales las personas no hablen las cosas, o de que un día si y al otro no. Y al final, si todo esto va a depender de terceras personas, entonces quizás sea, mejor aún, cortar por lo sano.

OP me dijo que no todas las personas pueden quedarse para siempre en nuestras vidas, aunque nosotros queramos. Algunas solo vienen a enseñarnos algo, a descubrir una parte de nosotros que no conocíamos, a que evolucionemos un poco más. Agradezco eso. Ojalá yo también le haya enseñado algo a esa persona, algo que le ayude en su vida y que lo haga descubrir una parte desconocida de si mismo. Ojala que le sirva en su camino.

Este es mi mensaje, y no te lo dije de manera directa porque no quería que la curiosidad me llevará a revisar y leer el "visto". Lo dejo aquí, por si el destino quiere que lo leas. Si es así y pasas por aquí, solo puedo decir que deseo lo mejor para ti. Sé que lograrás muchas cosas y espero que el pequeño lapso de tiempo que compartimos te haya ayudado en algo. Cree en ti, las grandes aventuras siempre nos esperan fuera de nuestras zonas de confort. Cuando me acuerde de ti, creeré que estás haciendo lo mejor, que elegiste lo mejor y que te va muy bien.

Por mi parte, elijo aquello que también creo que es mejor para mí. Por eso cierro este ciclo, no por coraje ni nada de eso. Sino por paz. Paz para ambos. Podrás hallarme en recuerdos, si así lo deseas, o en en aquel lugar imaginario que inventé, la suite 101. Hasta siempre. 

Chapter closed.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Blue




Sé que algún día me desterrarás de tu memoria y me condenarás al olvido.
Se que olvidarás el tacto de mi piel y el sabor de mis labios.
Sé que las horas que compartimos se irán borrando, poco a poco de tus pensamientos.
Sé que me suplirás, que encontrarás otros amores.
Probablemente ni siquiera me extrañas, ni piensas en mí.
Pero si algún día vuelves a este lugar, aquí yace lo que no te dará ninguna de ellas jamás,
te he concedido el regalo de los dioses, cariño, ahora eres inmortal. 
Vivirás en estos poemas, aquí siempre estarás, hasta que un día yo también, te pueda olvidar.




domingo, 11 de febrero de 2018

Cuando me vaya


Ayer, mientras caminaba hacia mi casa comencé a pensar en como sería cuando ya no nos viéramos. Que pasaría cuando ya estuviéramos lejos y cada quién continuara con su camino. La vida nunca se detiene y seguramente todo pasará a ser un recuerdo, pero ¿que no sucede así con todo? Quizás la despedida sea dura, y tal vez más cerca de lo esperado, pero así es la vida, llena de desconciertos, de sorpresas inesperadas, de nuevos comienzos y de aventuras que nos aguardan. 

Pienso que, cuando me vaya, me condenarás al olvido y eso, en cierta forma, me hace sentir triste, Y es que ya ni siquiera aplico a un lugar en tu corazón porque ya descubrí que no se puede, ahora aplico a un lugar en tu memoria. 

Pienso también, en que quizá algún día nos reencontremos. Quizá. Entonces seremos diferentes, tal vez, porque no siempre eso sucede, creo que al final el cambio es una decisión personal. Si eres feliz a mí me bastará. El saber que has conseguido todo lo que anhelabas me hará sentir feliz porque sé que tú también lo serás.

Te extrañaré, sin duda lo haré. Sé que al principio, las horas se me harán eternas sin tu presencia, tal como ahora, en este preciso momento, en el que no puedo verte, ni tocarte, ni estar cerca de ti. Sé que el tiempo es relativo, y que las horas sumadas que pasamos juntos jamás me serán suficientes para llenar aquellas en las que ya no estarás, en las que tu presencia será algo lejano.

Me quedaré con el recuerdo de los buenos momentos, los malos sé que los desecharé, dejarán de interesarme, porque de nada sirve recordar aquello que te hace mal, o al menos así pienso. Me llevaré el sabor de tus labios, el recuerdo del roce de tu piel, el sonido de tu voz, pero sobre todo tus inconfundibles e irrepetibles miradas. Esas las guardaré por siempre en mi memoria. Quizás hasta sonría cuando alguien haga algún gesto parecido a los tuyos. 

Al final nada es para siempre, ni nosotros, ni lo nuestro. Al final solo somos instantes que vivimos, y en serio que junto a ti pasé muy buenos instantes. Y si algún día, por azares del destino me necesitas, solo llámame, no importa la hora, estaré ahí. Te extrañaré demasiado, más de lo que he podido expresar en estas líneas.

XOXO,
M. Haner

sábado, 3 de febrero de 2018

Te pienso demasiado...


Últimamente te pienso demasiado.
Quizás más de lo que debería, probablemente más de lo que te merezcas.
Últimamente te pienso demasiado,
Se me va la vida en suspiros que te dedico.
En las noches cuando mi mente vuela hacia ti y me pregunto qué estarás haciendo exactamente en ese momento.
últimamente te pienso demasiado,
Revivo nuestros recuerdos mientras se me  corta la respiración y se me acelera el corazón
al recordar aquellos instantes en los que fui tuya.
Últimamente te pienso demasiado,
Y siento una punzada en el corazón al decir tu nombre,
mientras me fumo un cigarro y escribo estas líneas.
Últimamente te pienso demasiado,
y me preguntó como será la vida cuando ya no te vea
cuando te vayas o me vaya,
si nos olvidaremos o nos reencontraremos.
Últimamente te pienso demasiado,
y aunque no quisiera, también pienso si eres feliz a su lado.
Sí así es, sé que me sentiré feliz, algún día.
Últimamente te pienso demasiado,
tanto, que hasta te apareces en mis sueños,
el único lugar dónde puedo tenerte.
últimamente te pienso demasiado,
tanto, que imagino que existimos en un mundo alternativo.
Que allá, en aquél lugar, somos felices.
Allá en aquél lugar escapamos al tiempo.
Allá en aquél lugar si puedo amarte.

martes, 30 de enero de 2018

Hay miradas...


Hay miradas que conquistan, que seducen.
Hay miradas que lo dicen todo.
Hay miradas que te despiertan deseo y pasión.
Hay miradas que te electrifican.
Hay miradas que te enchinan la piel.
Hay miradas que expresan amor.
Hay miradas que trasladan a otros lugares, a otros mundos.
Hay miradas que no necesitan de palabras que las acompañen.
Hay miradas que son magia.
Hay miradas que incitan a los besos.
Hay miradas que te llevan a tus recuerdos.
Hay miradas que te hacen flotar.
Hay miradas que te sonrojan y te hacen sonreír.
Hay miradas que al cruzarse, se vuelven cómplices.
Hay miradas que van más allá de la razón.
Hay miradas que te vuelven loco.
Hay miradas que destellan.
Y hay miradas que simplemente que son incomparables,
como la tuya, amor.


domingo, 21 de enero de 2018

Si no puedo tenerte...


Si no puedo tenerte por lo menos déjame escribirte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame soñarte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame inventarte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame suspirarte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame pensarte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame verte.
Si no puedo tenerte por lo menos déjame inspirarme.
Si no puedo tenerte por lo menos habita en versos que escribo para ti.
Si no puedo tenerte por lo menos no te burles de mí.
Si no puedo tenerte por lo menos lee estas líneas que fueron creadas para ti.
Si no puedo tenerte por lo menos recuérdame.
Si no puedo tenerte déjame crearte un nuevo mundo.  
Si no puedo tenerte déjame ir.


domingo, 14 de enero de 2018

Lo que pudo haber sido...


Pienso en lo que pudo haber sido si hubiésemos sido diferentes.
Si las circunstancias fueran distintas.

A veces pienso que existe una versión alternativa de nosotros en algún mundo paralelo.
Y en ese mundo existe el nosotros.
Imagino que caminamos de la mano, bajo un atardecer violeta.
Imagino que te abrazo, libremente, sin complicaciones.
Imagino que puede ver tus ojos mi reflejo.
Imagino que en ese mundo nos amamos.

A veces pienso en lo que pudo haber sido.
Quizá pudimos ser una historia de amor épica.
Quizá miraríamos las estrellas en el bosque.
Quizá te escribiría miles de versos.

A veces pienso en lo que pudo haber sido si todo hubiese sido diferente.
Incluidos nosotros.
Pero tengo que dejar de pensar en ellos, porque solo tengo este mundo
solo tengo esta realidad donde no estás conmigo.

Tengo este mundo dónde todo esto son ensoñaciones,
cosas que nunca serán.
Tengo este mundo nada más, sin ti, sin nosotros,
tengo este mundo dónde las palabras han formado este intento de poema,
en un intento vano también, de crear un nosotros.



lunes, 25 de diciembre de 2017

El Quijote y Dulcinea




-Es que estás enamorada.
Zas! Las palabras de mi amiga me atravesaron el cuerpo con una lanza. No sabía que replicar. Mi mente estaba trabajando en procesarlas pero me sentía aturdida. ¿Que yo qué? Me sentía como si me hubieran dado el diagnóstico de algo improbable, casi imposible. ¿Había escuchado bien? No, el doctor seguramente se había confundido.
-No es la persona indicada - dije trastabillando un poco. Era todo lo que podía decir en mi defensa, aunque yo sabía de antemano que ya estaba condenada.
-Eso no se puede elegir - remató ella desde el otro lado de la línea telefónica. - Uno no puede elegir de quién se enamora, y tú estás enamorada.
En ese momento me imaginé en un traje naranja siendo condenada a la cárcel. Tenía razón, uno no puede elegir de quién va a enamorarse, aunque yo deseaba con todas mis fuerzas que mi cerebro no procesara esa afirmación de manera positiva. Aún tenía la esperanza de que el resultado fuera negativo.  
Yo nunca me había enamorado. Siempre que me lo preguntaban respondía con un rotundo NO. Tajante, y todos se sorprendían. ¿Como era posible que yo nunca me hubiera enamorado? Esa era la pregunta que siempre acompañaba semejante respuesta. Simplemente, no había ocurrido, decía yo. No había encontrado al "indicado", y ahora pienso que esa respuesta es bastante ridícula. No hay indicado para enamorarse, solo te enamoras y ya.  Eso es lo que quería decir mi amiga, y eso es lo que mi cerebro trataba de procesar. 
-Es que yo soy el Quijote y él mi Dulcinea - dije de la forma más poética que pude, aunque al mismo tiempo me sonó alfo pretenciosa. Pero era cierto, yo, como El Quijote había convertido a un chico promedio en una irrealidad fantasiosa, olvidando sus defectos y convirtiéndolo en la representación de mi afecto, la perfecta representación de mi afecto. Me había vuelto loca al igual que El Quijote, porque me rehusaba a creer todo lo que decían mis amigas que él era. Mis Sanchos querían mantenerme en la realidad, cuando yo ya me encontraba muy lejos, librando batallas con Molinos de viento. 
Mi amiga se rió. Yo también. Todo sonaba tan ridículo. Pensé que esta historia bien podría pertenecer a libro de los amores ridículos de Kundera. Yo usaba ese tono trágico, mientras mi amiga lo convertía en comedia. 
Cuando colgamos, mi cerebro emitió un resultado. Era cierto, yo estaba enamorada. Y aunque tardé en aceptarlo eso no fue nada comparado como cuando me tocó aceptar a la persona de quién me había enamorado. Mis amigas le habían puesto diferentes sobrenombres, y me costaba recordar cada uno con cada una de ellas. 
Pensaba que ojalá Cortázar no tuviera razón, que si pudiéramos elegir a la persona de quién nos enamoramos. Aún así creo que hubiese sido demasiado tarde. Cuando las apariencias engañan generalmente lo descubres demasiado tarde. Quizás el Quijote muy dentro de sí sabía que Dulcinea era una campesina común y corriente, pero decidió ignorarlo. Prefirió su fantasía. Pero que no acaso todos nos transformamos en Quijotes alguna vez por amor?  
Sentí una punzadita en el corazón. Sabía lo que venía a continuación. Sabía que el dolor brotaría de la herida y que saldría despacio y después me embargaría, poro a poro, llegando a cada órgano, como una reperfusión.
Pensé en la ironía de la vida. Pensé que la próxima vez que me preguntaran ¿has estado enamorada alguna vez? asentiría lentamente y diría (de manera un tanto irónica), sí, claro que sí.


jueves, 21 de diciembre de 2017

Untitled (XV)...





Hubiera querido que fuéramos algo.
Algo más que lo que fuimos.
Pero solo fue amor de a ratos.
Amor de horas, amor de minutos.
Solo fue amor de miradas,
que ya ni siquiera sé si eran reales o fingidas.

Fueron más mentiras que verdades,
fueron más tus palabras punzocortantes
fue una herida más.

Hubiera querido que fuéramos algo.
Algo más real.
Sé me olvida que a veces
el amor es un juego perdido.
Sé me olvida que a veces
es más locura que realidad.

Y es que yo soy El Quijote
y tu mi Dulcinea,
quizás he sucumbido a la locura
de tu irrealidad.

Quizás existamos
en algún lugar
quizás seamos
en aquella surrealidad con la que a veces sueño
quizás sea yo la equivocada
y esto no es, ni sea
Amor.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Malas matemáticas...




Sabía que las probabilidades de que estuviéramos juntos eran bajas. Tan bajas que los especialistas seguro las considerarían nulas. Yo siempre he sido mala para las matemáticas, quizá por eso creí en que podía existir alguna posibilidad. Tonta de mí. Eso me pasa por hacer mal las cuentas. 

Quise sumar 1 + 1 donde nunca hubo otro, donde independientemente de cuanto lo intentara, jamás obtendría el = 2. 
Quise multiplicar lo que teníamos, aunque eso fuera menor que 1. En serio quería, en serio, a veces aún quisiera, multiplicar tu felicidad.
Quise dividir las penas, compartiendo historias, tratando de entender, tratando de llegar a ti.
Quise llegar al límite cuando sabía muy bien que nuestra historia tendía a cero. 
Quise encontrar la raíz cuadrada, a algo que siempre fue imaginario.
Quise encontrar el centro, el radio y hasta el diámetro que nos uniera, pero te decantaste por la tangente. 
Quise encontrar nuestro binomio cuadrado perfecto, más no me quedaba claro que tu deseabas un trinomio.
Quise encontrar nuestro punto de convergencia, sin entender que éramos asíntotas aproximándose al infinito.
Quise sumar, donde solo podía restar.
He ahí mi resultado, el que al final encontré. Donde me resté yo.
Y es que no siempre 1 +1 = 2, pero es tan difícil de entender.
Pero ahora lo entiendo todo. Y te lo agradezco, gracias por enseñarme matemáticas.
Ojalá el amor fuera tan justo como ellas, y menos complicado.
Gracias, por que ahora gracias a ti, ya soy menos mala en matemáticas.


domingo, 12 de noviembre de 2017

Tentación




Me dirigí hasta la suite 101. Mientras subía en el elevador respiraba profundamente, tratando de pensar detenidamente en las palabras que iba a pronunciar. Las puertas se abrieron y caminé por el pasillo, pausadamente, a diferencia de otras veces en las que el anhelo se apoderaba de mí. Llegué hasta la puerta blanca, y sentí como el corazón se me hundía. Tenía que hacerlo, me lo repetía una y otra vez. Deseaba haber tomado más alcohol. Deslicé la tarjeta y entré.

Allí estaba él, sentado sobre la cama, contemplando el paisaje a través de la ventana. La habitación era blanca, impoluta, y por primera vez, me sentí totalmente fuera de lugar, con mi vestido negro y mis tacones rojos. Yo no cuadraba allí, y sentí que jamás lo había hecho. M se levantó y caminó hasta donde yo estaba. Se plantó delante de mí, y sin decir nada, me apartó el mechón de cabello de la cara. Ahora podía ver sus ojos, y sentí que morí. Siempre me había sentido cautivada por sus ojos, sus ojos cafés, profundos e insondables, misteriosos y hermosos. Podía hechizarme con su mirada. 

-Tardaste - dijo.

No contesté. No quería hablar, no quería darle explicaciones. Hice acopio de todas mis fuerzas para no lanzarme a sus brazos. 

-Hay algo que quiero decirte - inmediatamente se me hizo un nudo en el estómago.

M caminó de vuelta a la cama y se sentó. Hizo ademán de que me sentara a su lado pero yo preferí estar de pie. 

-Es serio entonces - comentó al ver que no me sentaba.
-Creo que debemos dejar de vernos - dije lo más rápido que pude antes de que la cobardía se apoderara de mí.
-¿Puedo preguntar porqué? - arqueó las cejas y yo sentí que me derretía. 
-Creo que es lo mejor - respiré - para mí.
-Ya veo - M no decía mucho, él siempre había sido de pocas palabras. Pero yo sí deseaba que dijera algo más, aunque bien sabía que eso no pasaría.

Se levantó de la cama y caminó hasta el balcón, yo lo seguí. Contemplamos la ciudad, los grandes edificios que nos rodeaban y la luz que se reflejaba sobre ellos dándoles un aspecto brillante. Después me giré hacia él, quería verlo lo más que pudiera, quería llevarme su recuerdo grabado en la memoria y en mi cuerpo. Cerré los ojos imaginando sus manos recorrer mi piel. 

-¿Porqué es lo mejor para ti?- su voz me sacó de mi trance.
Rebusqué en los rincones de mi mente alguna mentira, traté de recordar el discurso que había preparado junto con mi amiga, pero fue en vano, todas las palabras se habían borrado de mi mente. Así que opté por la verdad.
-Me duele que no seas para mí. 
M asintió. 
-Teníamos un trato.
-Lo sé - dije sin poder evitar que la voz me temblara un poco - y violé una de las reglas.
M seguía contemplando una vez más. Me acerqué más él y puse mi mano sobre su pecho.
-No puedes tocarme - dijo. 
-Lo sé - agregué - pero lo mío nunca han sido las reglas - supe que en ese momento debí irme pero no pude. 
Nuestras miradas se cruzaron y en ese momento supe que si él me lo pedía haría lo que quisiera. 
-Quisiera que fueras mío.
Se encogió de hombros, como lo hacía con regularidad. Era su forma de decir "no tengo nada que decir". 
La luz lo bañaba y yo solo pensaba en lo bien que se veía. El deseo comenzó a despertar en mí.
-No puedo darte lo que me pides.
- Lo sé - y esta vez no traté de ocultar el pesar que me ocasionaban sus palabras - lo supe desde el principio.
Permanecimos en silencio un buen rato. Quizás ya no había que decir. 

-Una última vez - dijo M, colocando su cabeza de lado. Adoraba ese gesto, y él lo sabía. Me tomó de la mano y entramos a la habitación. 
Me colocó de espaldas y sentí su labios en mi cuello. La piel se me erizó al instante. Estaba cayendo hacía la tentación, y tenía, debía, detenerme pero no quería. Tan solo deseaba hundirme en el profundo abismo al que él me llevaba. Colocó sus manos sobre mis pechos y comenzó a bajarme el cierre del vestido. La respiración se me entrecortó. Mi mente me decía que me fuera y lo dejara allí pero el resto de mi cuerpo deseaba permanecer allí bajo su hechizo. Me giré hacia él y lo miré a los ojos. Estaba condenada. Seguramente pagaría muy caro esta tentación. Lo besé. Sus labios me volvían loca. Estaba perdida y nunca me sentí tan bien por estarlo.

Comenzó a quitarme el vestido y contemplé la cama. Imaginé a otra mujer desnuda sobre ella, la que pronto me reemplazaría, porqué así era M. Yo me iría y el conseguiría a alguien más. Yo me iría, amándolo, y él pronto ya no pensaría en mí. El pensamiento me hizo sentir una punzada en el corazón. Lo sabía desde el principio, que nunca podríamos estar juntos. Pero acepté su propuesta porque nunca he creído en las historias de amor. Qué ilusa. Y ahora lo estaba pagando muy caro. Quise llorar pero lo suprimí. Era la última vez, no podía llorar.

Me ató las manos y me colocó en la cama. Me besaba mientras yo estaba bajo su mando, sin poder tocarlo. Así había sido siempre. Se colocó sobre mí y me miró. Observé sus ojos, y pensé que me perseguirían por siempre, y quizás lo deseaba. Me alcé lo más que pude para besarlo pero él se apartó. Lo odié con todas mis fuerzas en ese momento. Entonces me sentó sobre la cama y empezó a desatarme las manos. Me quedé en shock. Nunca lo había hecho. Hecho el lazo al piso y me miró. No dijo nada, como siempre, pero no era necesario. Nos besamos. Podía tocarlo esta vez, porque era la última vez.

***
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia.

jueves, 19 de octubre de 2017

40 cosas que me gustan...




La comida.
Tú.
El chocolate.
Tú.
El helado.
Tú.
Viajar.
Tú.
Escribir.
Tú.
La Playa.
Tú.
La lluvia.
Tú.
Los girasoles.
Tú.
El café.
Tú.
El rock.
Tú.
El whisky.
Tú.
La poesía.
Tú.
Los libros.
Tú.
Dormir.
Tú.
El color negro.
Tú.
La noche.
Tú.
La luna.
Tú.
Las puestas de sol.
Tú.
Los museos.
Tú.
La pintura.
Tú.