domingo, 18 de octubre de 2015

Volar...



Volar: Una historia sobre la depresión

Dedicado a todas las personas que sufren de depresión, no es fácil vivir con ella, búsquemos la luz.

"Siempre fui una chica peculiar. Alguna vez me dijeron que yo vivía en las nubes, que nunca pisaba el mundo real, que tenía que aterrizar. A mí no me gustaba ser como los demás. Me gustaba la soledad y leer hasta la madrugada, observar las estrellas y llorar hasta quedarme dormida. Solía escuchar los dicos de jazz de mi padre, y me fumaba a escondillas sus cigarrillos. Que tiempos aquellos.

Volar siempre fue mi mayor sueño. Un sueño imposible.  
Imposible, la sola mención de la palabra me hizo sentir mariposas en el estómago. Yo estaba enamorada de las imposibilidades, sino fuera así no valdría la pena intentarlo. Y es, precisamente el viaje, la adrenalina, lo que me impulsaba hacia las imposibilidades. Pero cuando lo imposible de volvía posible, se acababa el hechizo, se volvía común y mundano. Dejaba de estar en ese plano irreal, y se volvía palpable. Todo volvía a ser demasiado aburrido.

Escuchaba jazz y blues porque me parecían melodías tristes. Y la tristeza siempre la he creido más honesta. En la felicidad conectamos con los demás, en la tristeza conectamos con nosotros mismos. La nostalgia y la tristeza eran mis fieles compañeras. 

Me sumergí en un mundo irreal, como Alicia en el País de las Maravillas, siempre ubicándome en una realidad alterna, leyendo cosas del pasado, escuchando música en extición, siempre en la búsqueda de lo inalcanzable.Recuerdo que en uno de mis deseos de cumpleaños pedí tener alas. Fervientemente. No se me concedió. Supongo que algunos sueños son imposibles.

Mientras miro el precipicio delante de mí siento la adrelina correr por mi cuerpo. Nunca vi la ciudad desde arriba, luce impresionante. Suspiro y estiro mis brazos como si fuera volar. Y escucho mi melodía favorita sonar en mi cabeza. Es imposible volar.

Lo cierto es que siempre me he sentido como si estuviera dormida, viviendo en el mundo de los sueños, y quizás me dije, era hora de aterrizar, de volver a la realidad. Y por alguna razón siempre he creído que volar es la única forma de despertar.

Me diagnosticaron depresión cuando era una adolescente, y creo que yo siempre lo supe. Todos me miraban extraño, y nunca pudieron entenderlo, yo estaba enamorada de mi tristeza. Tengo que ser honesta. Solo así podré volar.

Contemplo la ciudad una vez más, pongo un pie en el vacío. Me siento caer. Pero algo me detiene. El calor de una mano me sostiene. Volteo y lo miro. 

-Regresa - me dice, pero yo no quiero hacerlo.

Nos miramos, y yo siento como si transcurriera una eternidad. Veo algo en sus ojos, aunque no podría decir qué es.

- Vuelve, por favor - leo sus labios pero no escucho su voz. El tiempo se detiene. - Tal vez haya más de una manera de volar.

La frase llama mi atención. Nunca sentí que nadie pudiera entenderme, pero su elección de palabras me desconcierta. Era como si hubiese podido leer mi mente. Mi corazón comenzó a papitar deprisa.
Me bajó del techo y él me abraza. Después sin decirme nada, me besa. Cierro los ojos. Y en ese momento me doy cuenta que quiero sentir esto por siempre: Él, el calor de su manos, el sabor de su boca, el corazón palpitándome...quizás siempre tenga que batallar entre la felicidad y la tristeza, la luz y la oscuridad, pero momentos como este me impulsan a intentarlo.

Y por más increíble que parezca siento que he despertado, aunque tenga los ojos cerrados. La mente humana es un lugar extraño. Y mientras siento sus labios sobre lo míos, sus palabras resuenan en mi cabeza, y tiene razón, estoy volando".

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Nota: Esta es una historia de ficción, cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia.

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