miércoles, 3 de febrero de 2016

La Soledad (II)...


En estos días he pensado mucho en la soledad. Eso no es nuevo, porque pienso continuamente en ella. La soledad es una ola que viene y va, y he pensado en ella pero no de una forma deprimente, sino todo lo contrario. Siento que la extraño, como extrañas a un viejo amigo al que tienes muchas ganas de abrazar. Y es que, aunque tengo una relación complicada con ella, he pensado (últimamente) que la he desaprovechado. Necesito sopesarla, disfrutarla, hacer las pases y llevarme bien con ella. Si, he tenido esos lapsos, pero en los últimos meses, o quizá en los últimos dos años, sobrellevarla fue un tanto dífil. He querido alejarla, apartarme de ella, la he visto como enemiga, y en consecuencia, he tratado de reemplezarla con malos hábitos, de sustituirla de formas banales, de malbaratarla con amores vacíos.... y la cosa no ha resultado  bien.

Es tan raro encontrarte con personas que en verdad aprecien su soledad, que en verdad la disfruten y no la vean como una carga, o un augurio de mala suerte. Creo que eso se logra cuando haz logrado hacer las paces contigo mismo, y has alcanzado la paz espiritual, algo que no es fácil. Pero cuando lograr conocer a una persona que "valora" su soledad, su semblante es particular, y difícil de poner en palabras. 

Hoy mientras esperaba el taxi, tuve un "lapsus honestus" y reflexioné en todas las cosas con las que he tratado de llenar mi soledad. Hay algo incoherente en ese uso de palabras "llenar la soledad", como si fuera un recipiente en el que se puede colocar cualquier cosa. Pero la soledad es más que eso, es un estado en el que puedes sincerarte contigo mismo. Y me dí cuenta de que en vez de disfrutarla, la he malgastado.

Vi a mi alrededor y todo se me hizo tan rutinario, tan lleno de apariencias. Siempre viendo "en corto" en ver de "ver más allá". Siempre hablando de las mismas cosas banales, en vez de proponer ideas, de debatir los temas. Siempre siguiendo el guión social que se nos ha establecido. Siempre lo mismo. Y muchas veces, lo hacemos para escapar del tedio, y escondido más allá, de la soledad. Creyendo que podemos escapar de ella, que podemos llenarla de cosas y personas como si fuera un ropero viejo.  

La soledad es un estado puro del ser. Soledad, tenemos que hacer las paces.


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