domingo, 24 de septiembre de 2017

A short story: Part II




II

Sopesé por un instante sus pregunta. No, si era honesta conmigo, la respuesta era no. No quería mi corazón de vuelta. Si lo tuviera de nuevo me traería mucho dolor. 

-No - le respondí - aun te pertenece. Él sonrió. 
-Bien entonces te quedarás en la jaula - dijo despreocupadamente.
-Pero quiero salir - supliqué.
-No puedes salir sin un corazón. - No dijo más y se marchó. 

Todo volvió a oscurecerse, y las paredes se pusieron frías. Me senté abrazando mis rodillas pensando en lo que había pasado. Recordé donde había estado antes de haber despertado en este lugar pero no lograba hacerlo. Lo más reciente que recordaba era aquel fatídico día de nuestra ruptura. Entre gritos y lágrimas nos habíamos dicho cosas hirientes. Pero entonces recordé la frase que me rompió:

-Escucha, hay alguien más.

Cuando dijo eso sentí qué dejé de respirar, y pude escuchar un "crack" dentro de mí. Y fue entonces que todo comenzó a derrumbarse. ¿Como se atrevía a decirme eso? Después de todo lo que habíamos pasado, los buenos y los malos momentos. Todos ahoran me pasaban por la mente, como un amalgama de fotos sobrepuestas, una tras otro recordaba nuestros momentos, sobre todo aquello en los que fuimos felices. Medité en la conjugación verbal de aquella frase, "fuimos", desde aquél fatídico día, todos los verbos se habían transformado en pasado. Ya no habia cabida para un "somos" y mucho menos para un "seremos". Quería llorar pero no podía, porque me hacía falta mi corazón. 

Todos me decían que me recuperaría, que encontraría a alguien más, pero yo me había sumido en un mundo gris. Me había refugiado en mi tristeza y en mi dolor. Suspiré. ¿Cuántos días más tendría que pasar en este lugar? El tiempo pasaba, y yo no hacía nada más que andar de acá para allá, sentarme, acurrucarme y recordar.  Supongo que me quedé dormida, porque una luz me despertó. La jaula estaba iluminada de nuevo, pero para mi sorpresa esta vez no era él. Había una mujer hermosa del otro lado de la jaula. Llevaba un vestido largo hermoso, y tenía una larga cabellera castaña. Resplandecía. Si mis ojos no me engañaban, aunque lo más probable era que sí, diría que parecía un hada madrina, aunque no vi que tuviera alas.

-¿Como estás Iris? 
Me desconcertó. Sabía mi nombre! Me levanté y caminé lentamente hasta ella. Me miraba de una manera casi maternal, con un brillo especial en sus ojos. 
-Quiero salir - le dije - ¿puedes ayudarme?
-Para salir necesitas un corazón, y tu no quieres de vuelta el tuyo.
-Aún lo amo - bajé la mirada. La mujer colocó su mano sobre la mía.
-Lo sé, quizás siempre sea así. Pero eso no implica que tengas que vivir aquí por siempre.
No entendía. 
-Allí esta la puerta - señaló una puerta que estaba detrás de ella pero que yo no me había percatado que estaba allí. - Pero para salir necesitas tu corazón.
-¿Porqué? - sentía que estaba pasando algo por alto.
-Necesitamos sentir para vivir - su tono era dulce - Y para vivir tenemos que sentir alegría, tristeza, dolor, enojo, amor. Las emocional nos impulsan, no somos nada sin ella.
-Aún duele - dije -
La  mujer extendió su mano a través de la jaula y me acarició el cabello.
-Lo sé, y lo seguirá haciendo por un tiempo más. Pero estarás bien.
Estaba cansada de escuchar aquella frase.
-¿Como lo sabes? - 
Ella sonrió pero no contestó.
-Tu creaste esta jaula - dijo y me desconcerté aún más.
-Yo no, yo... - tartamudeaba tratando de encontrarle sentido a lo que había dicho. - Yo no construí esto! Yo quiero salir!
-Lo hiciste - declaró - creaste un lugar para refugiar tu dolor, pero lo transformaste en una jaula, y ahora no deseas salir.
-Pero quiero hacerlo! ¡Quiero salir! ¡Pensé que me ayudarías!
-Solo tú puedes pedir tu corazón de vuelta, sin embargo deseas que él lo tenga, porque quieres seguir en este lugar, en tu propio dolor. 
La miraba, sorprendida por sus palabras pero ella seguía tan inmutable como al principio.
-No puedes ganar en el amor - dijo - no puedes esperar a que él regrese, a que te diga que estaba equivocado y que tú tenías la razón. No puedas esperar a que termine a la otra persona para estar contigo. Tal vez lo ames aún, pero si todo eso sucediera no regresarías con él porque lo amas, regresaría solo para regocijarte, para aceptar que tu ganaste, pero así no funciona. 
Traté de decir algo pero no podía, quizás tuviera razón.
-En el amor tenemos que estar dispuestos a perder, a perder un poco la razón, a perder el miedo, a perder la pena, a perder cosas materiales para que otras más importantes puedan florecer. A perder el sueño, a perder nuestra zona de seguridad para aventurarnos en algo que no sabemos a dónde nos va a llevar. Incluso a perder algo de nosotros mismos para ser mejores.
La miré, sus palabras retumbaron  en mi mente. Quizás tenía razón. 
-Para salir también debes estar dispuesta a perder - lo dijo tan naturalmente, como si estuviera hablando sobre el clima y yo estaba tratando de asimilarlo todo.
-Tengo que irme, cuándo estés lista llámalo. -dicho esto se fue, resplandeciendo a su paso mientras yo volvía a sumirme en la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario