viernes, 21 de abril de 2017

Viajar...


Viajar te devuelve a la vida. Había olvidado eso, me había refugiado demasiado en la rutina y en la comodidad que representa. Había olvidado esa sensación de perderte, de pisar lugares nuevos y maravillosos, de oler un aire distinto, de recordar y probar otros sabores... 

Me fui de viaje y me reconfortó. Rememore y redescubrí lugares que ya había visitado, y aunque sentí un poco de nostalgia recordé que los cambios son inevitables, y yo sin duda, he cambiado. Pisar de nuevo aquellos lugares me hizo darme cuenta de este cambio, que a veces no lo percibimos porque nos encontramos en esa cómoda rutina, y nos vamos acostumbrando, poco a poco, a todo.

Viajar me devolvió la curiosidad por explorar, por recorrer este vasto mundo en el que habito, por aumentar la cantidad de kilómetros que recorren mis pies, por maravillarme cuando veo algo, y por probar nuevos sabores y guardar en la memoria nuevos olores.

Viajar me recordó que las señales existen, pero hay que estar alertas para darnos cuenta de ellas. A veces son sutiles y otras más explícitas.

Viajar me recordó que la línea entre la realidad y la surrealidad es muy fina, y que a veces se entremezclan, y quizás la mezcla de ambas es es bello mundo donde vivimos, que muchas veces desafía nuestra lógica.

Viajar es una aventura que nunca deberíamos dejar de experimentar. 

Estaba sentada, contemplando el paisaje a mi alrededor y de pronto pensé: en esto consiste la vida, viajar.


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