Mientras caminaba hacia el edificio de mi terapeuta mi mente dijo: "no vayas". Dos palabras bastaron para que comenzara a sentir temor, pero aún así, mis pies desobedecieron las órdenes de mi cerebro y me condujeron hasta el edificio. Perdí la cuenta del número de veces que contemplé irme pero que terminé desistiendo. La espera fue larga.
Comencé a pensar en el porqué de mis resistencia, porque mi mente había decidido ponerme obstáculos hacia esta experiencia que era familiar, Quizás por eso mismo, porque ya sabía de lo que iba a tratar. La idea no me hizo sentir más tranquila.
Entonces pensé que reconocer tus propias faltas o errores nos causa miedo. No es la idea de visitar a un psicólogo la que nos espanta, ni la idea de escuchar una opinión sobre nuestra vida, eso sucede a menudo. Es la idea de enfrentarnos a nosotros mismos. De ver quienes somos, descubrirnos, aceptarnos y/o cambiar, Y la idea del cambio nos parece inconcebible, porque llevamos años evitando hacerlo, acostumbrados a nuestra rutina, cómodos con ella, creyendo que es lo mejor que nos pudo haber pasado. Terminamos por convencernos de que es lo que queremos.
A veces, en esos momentos, logras ver el poder que tiene tu mente. La mente puede controlarte, decirte que tal cosa o persona pueda hacerte feliz aunque eso no siempre sea cierto. Te crees tu propia ilusión, esa fantasía que vamos creando para refugiarnos; si embargo, cuando llegas a tener momentos de lucidez, ves la realidad y el espejismo se hace añicos. Y al final solo queda decidir si seguirás viviendo en utopía o si estás dispuesto a cambiar. Ambos caminos son difíciles, ambos caminos requieren sacrificios.
Mientras pensaba todo esto quise irme. Levantarme y correr, y repetirme a mi misma que todo iba a estar bien, que podría superarlo sola. Pero yo sabía que no lo estaba. Recordé el motivo por el que había decidido venir: la búsqueda de mi equilibrio, de ese que perdí y que me ha metido en un torbellino. "Estoy aquí porque quiero volver a el, a mi equilibrio" me dije y traté de que eso me diera valor. Pensé en las cosas que había aprendido y pensé en aquellas que necesitaba aprender, y quizás aún necesitaba aprender sobre mí misma. Pensé en La Física de la Búsqueda y del equilibrio. Pensé en el cambio. Pensé en mí. Y entonces entré.
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