martes, 13 de septiembre de 2016

La despedida...


Tristes, así son las despedidas. Creo que no hay otro adjetivo que les vaya mejor. No sé porqué pero a mi siempre me pasa que transcurren muy lento. Como esas escenas de las películas en las que todo se ve en cámara lenta y se escucha el sonido de un corazón latiendo. Así es como yo las siento, al menos. 

Después, te haces más consciente de que la vida esta hecha de encuentros y despedidas, y de qué aunque sean tristes, a veces son, también necesarios. Las despedidas te enseñan a apreciar el valor de los momentos, y a las personas, y te ayudan a comprender también ciertos aspectos de la vida que no podrías entender de otra manera.

Las despedidas son parte de la vida, lo sabemos, pero eso no las hace más fácil de sobrellevar. Tampoco nos hace anticipar el dolor que sentiremos, ni el tiempo que tardaremos en asimilar ese instante, y posiblemente todos los instantes anteriores.

Se llevan parte de nosotros, y eso es inevitable. Quizás por eso tenemos esa sensación tan extraña después de que ocurren, alejados, extraviados de la realidad, tristes, melancólicos.... quizás sea parte de nuestra "nueva realidad", del acomodo del mundo. de nuestra nueva compresión de las cosas. 

Sí, las despedidas son duras y son tristes. Inclusive pueden llegar a dividirnos, en antes y después de la despedida. He escuchado decir que la vida es un ciclo, un círculo que se repite, y siempre queda la esperanza de volvernos a encontrar.




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