miércoles, 4 de mayo de 2016

The Simple Things...

Ayer salí del trabajo y fui a contemplar el mar. La verdad no sé porque dejé de hacerlo, recuerdo que en mi trabajo anterior contemplarlo más a menudo. Ver el mar siempre me hace sentir más tranquila, creo que hay un tipo de magia en él, quizás sea por el misterio que aún conserva, y que nos atrae por esa desconocida belleza. Observé a la gente bajo las sombrillas, a las olas ir y venir mientras el ruido se introducía a través de mi piel convirtiéndose en una nueva melodía. El olor salino llegó hasta mi mente, serenándola.

Unos niños jugaban cerca. Los miré y rememoré mi infancia. En ese momento deseé volver a ella y aprovechar el tiempo. Jugar más, ensuciarme y andar descalza, mientras correteaba a mis primos. Sin embargo, el tiempo no se puede regresar. Comencé a sentirme nostálgica. Sentí un nudo resbalar por mi garganta. 

Observé a la gente que estaba en la playa. Algunas reían, otras charlaban animadamente. Recordé lo fácil que es ser feliz. Es cierto, la felicidad son los momentos, los instantes, lo simple. Pero nosotros insistimos en hacerlo complicado. Volví a mirar a los niños que reían y jugaban. Ellos sabían lo importante. Ellos sabían (quizás no conscientemente) que ser feliz es cosa simple, que a veces solo es cuestión de jugar descalzos en la playa. Así, sin más. Pero eso lo olvidamos cuando nos convertimos en adultos. Y lo complicamos todo, complicamos la felicidad.

Recordé la serenidad que me traía la playa. Como era posible que lo olvidara? Quizás sea porque me sumerjo en ese mundo trabajador que te hace pensar que es lo más importante que existe. Ese mundo que constantemente nos recuerda que de no ir un día, todo se puede volver un caos....y preferimos la rutina.

Observé el mar, dejé que su imagen permeara en mi mente, que mis neuronas procesaran esa imagen y no olvidara esa maravilla de la naturaleza. Fue entonces cuando me pregunté, porqué hemos dejado de contemplar la belleza natural? Porqué hemos decidido cambiar esos paisajes por la pantalla de un celular? Acaso es más bello ese mundo virtual? Acaso puede una pequeña pantalla superar una puesta de sol? Nos hemos dejado deslumbrar por nuestro ego, y olvidamos todo lo demás. Tal vez todo tenemos un poco de Narciso.

Me fui, un poco más llena de melancolía.


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