"Y entonces me enamoré. Me parecía que era la primera vez y también supe que no duraría mucho. Había sido así siempre, tanto, que se convirtió en un constante en mi vida. Yo y mis improbabilidades amorosas, era casi razonamiento matemático. Pese a eso, dejé llevarme por su magia, porqué de que sirve enamorarse sino es para dejarse llevar? Para escapar un instante de la realidad, y dejar que su efecto corra por tus venas, hipnotizándote.
Bailabamos al compás de una melodía lenta, él me sujetaba de la cintura y yo me aferraba a su cuello. Decidí guardar ese momento y me concentré en todo lo que existía a mi alrededor: la música, los olores, el tacto de su piel, nuestros paso acompasados, el roce de su mano. Quería guardarlo todo, porque era mágico.
Llevábamos poco más de tres meses juntos, y por más que tratábamos de prolongar el tiempo, sabíamos que no era posible, que llegaría a su fin, como el tren que tarde o temprano llega a la estación al concluir un viaje. Nuestra estación estaba cerca.
A veces, me parecía demasiado inverosímil que hubiéramos coincidido en el tiempo, porque se suponía que no debíamos hacerlo. Personas como nosotros deberían mantenerse a cierta distancia. Pero chocamos, como los planetas, literalmente. Tropecé con él a la salida de un café y me topé con su mirada. Duró una fracción de segundo, un mili segundo quizás, pero con ese bastó para que yo observara el universo en sus ojos. De haber sabido que su mirada me estaba prohibida quizás lo hubiera evitado, quizás hubiera ido a otro café, quizás, quizás, quizás...Pero ese futuro ya no existe, era tan improbable como nosotros.
La música sonaba, y nosotros nos movíamos a su ritmo. Lo miré, porque quería guardar el universo de su mirada en mi memoria. Me tomó de la barbilla y me besó. Sabía que era el último beso y por ese sería eterno.
Tal vez no debimos habernos topado aquél día, tal vez no debimos mirarnos, tal vez debía salir antes... tal vez habíamos sido un error del tiempo, algún desajuste con el que no contaba. Hubiese querido coincidir con él antes, mucho antes. Cuando él tiempo estaba de nuestra parte, pero uno no puede elegir de quién enamorarse. Algunos dicen que sí, pero yo no comparto esa idea. Los amores imposibles parece ser parte de mí.
Aquél día, en aquella cafetería, nos encontramos, después de mucho tiempo, pero ya era tarde. Nos miramos. Aquél día habíamos entrado en otro mundo, uno prohibido donde nadie debería entrar, porque dicen que aquél que le pertenece a otro, no le debería pertenecer a nadie más".
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