viernes, 8 de abril de 2016

La espera...

A veces tengo la sensación de que los humanos vivimos "en espera", en ese interminable momento en el que esperamos que algo maravilloso suceda. 

Si analizamos un poco nuestro alrededor, nos podemos dar cuenta de que la espera es algo común e nuestras vidas. Esperamos un taxi, esperamos una cita, esperamos una llamada telefónica, esperamos en el médico y en el banco, esperamos algo todos los días. No importa lo que sea.  A veces he llegado a preguntarme, cuántos minutos sumados llevamos esperando durante toda nuestra vida?

Son extrañas esas ocasiones en las que te haces consciente del tiempo. Porque no es lo mismo ver el tiempo pasar en el reloj, que ser consciente de que esta transcurriendo. Cuando eso me pasa, suelo tener la sensación de que todo transcurre más lento, como si las manecillas se hubieran percato de ello y se mueven sigilosamente, temerosas de que haya entendido su secreto. Generalmente estos momentos no duran demasiado.

Iba caminando y meditando en ello cuando sentí que alguien conocido paso cerca de mí. Me giré pero no era alguien que yo conociera. Entonces pensé "ojalá hubiera sido..." y entonces me percaté de que de todas las esperas, hay una que todos anhelamos. Los reencuentros. El volver a ver a una persona que fue parte de nuestra vida nos lleva a la espera más poética de todas. A veces es esa espera misteriosa la que nos lleva a recorrer diferentes rumbos, de aventurarnos, la esperanza de volvernos a topar a esa persona.

Y cuando lo hacemos, cuando vivimos ese reencuentro, el tiempo se distorsiona, pasa lento, puedes sentirlo, y te das cuenta de que la espera ha sido larga. Oh pero el tiempo, con sus secretos, se acorta, se torna breve, y nos devuelve a eso que llamamos "la espera".



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