A veces lo extraño, pero ya no es como antes.
Escucho la lista de reproducción que me recuerda a él pero ya no siento lo mismo.
Escribo estas lineas, pero ya no pienso tanto en él.
Y así es como me doy cuenta de que ha empezado el proceso llamado olvido.
A veces llega así, sin darte cuenta tu mismo. Poco a poco la imagen se va haciendo borrosa. La de esa persona, y la tuya misma cuando pensabas en él o en ella. Comienza la transformación en recuerdos.
Poco a poco te das cuenta de que el tiempo ha transcurrido, y que probablemente ya nada volverá a ser igual. Nada lo es, ni siquiera tu mismo. Hay un antes y un después de enamorarnos.
Hay cosas inevitables en la vida: los corazones rotos, las amistades fracturadas, los silencios incómodos, la soledad dulce. Hay felicidad y hay tristeza. Somos maduros e inmaduros. Vivimos en una dualidad. Somos humanos. Hay ratos en los que me acuerdo de él. Pero me recuerdo a mi misma que estoy en el proceso de olvido. Que lleva tiempo. Tiempo, esa unidad de medida que rige nuestra vida. Y pienso en el amor en términos cuánticos. Pero me dicen que el amor no se explica, se siente. Yo contradigo, como siempre.
A veces pienso en el, en si lo encontraré. Y así de rápido deshago ese pensamiento.
Yo ya no me preocupo por esas cosas.
Y trato de hilvanar una poesía pero no lo consigo. Los versos están dispersos como mis pensamientos.
Como esta tarde de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario