jueves, 14 de enero de 2021
sábado, 9 de enero de 2021
Cambiar el mundo...
Me encanta la idea de pensar que de niños tenemos la maravillosa idea de cambiar el mundo. Creo que todos pasamos por eso y es bastante increíble el hecho de que, desde pequeños, notamos que las cosas en el mundo no están bien, y que necesitan un cambio. Sin embargo, a lo largo del tiempo, esta idea se va desdibujando porque nuestras necesidades se convierten en prioridades que tenemos que cubrir, y son la razón de que vayamos a trabajar. Hay que proveer.
Sin embargo, en algunos, esta idea sigue latente, y buscan alguna forma de lograr un impacto en nuestro mundo. Quizás de una manera pequeña, pero sabiendo que eso puede ayudar en su entorno inmediato. Lograr un cambio no es fácil, requiere de un largo camino por el que hay que pasar pero que puede llegar a su cometido.
Yo también tenía esa idea. Aún la tengo, aún creo que puedo poner mi granito de arena tratando de cambiar el mundo. Antes solía pensar que para hacerlo necesitaba tener muchísimo dinero y una mega corporación para lograrlo, y aunque esto si podría tener un impacto a gran escala, lo cierto es que esa no es la única manera.
He pensado mucho trabajo. Cuando me convertí en maestra (porque no estudié para serlo) me di cuenta de que tenía una oportunidad, de que, quizás, si podía orientar a mis estudiantes, de fomentar en ellos los cimientos de la ciencia, podría poner mi granito de arena. Desde entonces esa se ha convertido en una misión para mí. Sé que no puedo hacerlo en todos, pero sé que con uno, que pueda interesarse en la ciencia, y que a partir de eso pueda trabajar en ello y quizás en el futuro, lograr un impacto en mayor escala, sé que contribuí en algo para cambiar este mundo.
Cada vez que piso un aula de clases, pienso en que debo despertar en mis estudiantes: curiosidad, duda, imaginación, análisis. No solo conocimiento, sino el que pueden preguntarse "hay más?", "que más puede hacerse" y que eso los empuje a dar los saltos necesarios para llegar a lo que quieren ser y lograr.
En un país dónde el sistema educativo es un asco, mi trabajo me lo tomo muy en serio. Me doy cuenta de que en verdad, es un trabajo en el que puedes cambiar el mundo, y que es esencial para el futuro. Todavía creo en él, pese a las decepciones que me he llevado, pese a la cantidad de trabajo que puedo llegar a tener (y que a veces no quiero hacer), me motiva el hecho de qué quizás algún día, este mundo si pueda ser un lugar mejor.
martes, 5 de enero de 2021
¿Algún día seremos felices?
Esta no es la entrada que tenía pensada publicar, pero la neta quiero compartir con ustedes esto que traigo atorado en la mente. El tema surgió derivado de una conversación que tuve con una amiga, y fue complementado sabiamente ayer con OP en una plática nocturna que diría yo, fue muy productiva. Así que empecemos.
La platica surgió de que una amiga que me estaba diciendo, en pocas palabras, que no se sentía feliz con su vida en este momento, no sentía que la llenaba y se sentía un tanto deprimida. A ojos de la mayoría de las personas, inclusive yo, le dije que tenía todo lo que la mayoría de las personas desea tener, quizás no como ella quisiera, pero de una u otra forma lo tenía y que pensará en ello en vez de enfocarse en el hecho de que las cosas no estaban como ella quería. Debo decir que mientras estas palabras salían de mi boca, rebotaron en mí de una manera estrepitosa. Fue entonces que me surgió todo este debate mental, la eterna pregunta existencialista de ¿podemos algún día ser felices?
Esta pregunta ha sido respondida por muchos filósofos a lo largo del tiempo, así que si quieren algo más coherente, los invito a leer sus interesantes y un poco enredadas teorías, porque aquí solo van a encontrar mi opinión, lo cual ya sabemos que puede ser completamente errónea y que esta basada en mi punto de vista. Siempre he pensado que los humanos somos bien curiosos, por decir lo menos, porque aunque tengamos todo aquello que "en teoría nos debería hacer feliz" por alguna extraña razón nos obsesionamos con aquello que no tenemos. Y esto me causa bastante revuelo porque creo que todos llegamos a pasar por eso. Fue entonces que me puse a pensar en mi amiga, y en como a mis ojos ella tiene todo lo que se necesita para ser feliz (aclaremos desde ahorita, que hay muchas cosas mal en esta oración, pero eso es tema para otra entrada) y me doy cuenta de que esa es mi perspectiva. Hice el ejercicio de tratar de ponerme en los zapatos de ella, y me di cuenta de que, a sus ojos, ella podría, hasta cierto punto, querer algunas cosas que yo tengo y que en teoría, también, deberían hacerme feliz.
En ese momento me di cuenta de que los humanos tenemos problemas psicológicos cañones y que nos la pasamos, tristemente, añorando otras vidas, cosas que se ha acentuado más por las benditas redes sociales. A veces creo que es hasta dañino la cantidad de tiempo que pasamos en Instagram mirando y admirando la vida de las demás personas.
Constantemente olvidamos que la vida esta constituida por pequeños momentos, y que esos momentos son fugaces, pero que hacen que la vida valga toda la pena del mundo mundial. Hay veces en que he llegado a pensar que mi vida es demasiado aburrida, simple, y sin sentido, y es extraño pensar que puede haber alguien que quisiera estar en mi lugar. Racionalizar eso te pone un poco más las cosas en perspectiva. Pfff.
A veces parece, como si las cosas en verdad se alinearan. Después de tener esa plática con mi amiga que me desató todo este debate mental, vi la película de Soul (que se las recomiendo) y me di cuenta de que en verdad, todos compartimos esa idea de soledad, pérdida del sentido de nuestra vida e infelicidad, es un sentimiento tan universal que simplemente me dejó sin palabras. El ver la película me hizo pensar demasiadas cosas, y recordar otras tantas.
No sé, quizás las últimas entradas del blog han estado un tanto profundas, pero a veces es bueno hablar de estas cosas. Saludos!
sábado, 2 de enero de 2021
Self - care
Que mejor que iniciar el año, hablando de un tema que me ha causado mucha curiosidad, sobre todo por el manejo que se le dio en el 2020 a través de las redes sociales. Durante el año pasado el "self-care" o mejor dicho en español, el autocuidado, se volvió una tendencia, y la mercadotecnia y las industrias supieron capitalizar en el, como con casi todo lo que se vuelve una "moda".
Lo cierto es que, en mi feed de Instagram y en muchos artículos en la web, veía anuncios publicitarios en lo que se me anunciaban múltiples productos, que me prometían esa maravillosa experiencia del self - care. Todo se reducía a compra, compra, compra. Compra este producto y tendrás una piel maravillosa, compra este otro y tu seguridad aumentará, bla, bla, bla. Y no digo que no, invertir en uno mismo, cuesta, pero creo que la idea del autocuidado se esta yendo mucho más por el lado físico, y claro que es importante cuidar tu imagen, sin embargo, el autocuidado va mucho más de la apariencia, eso es solo la superficie, pero todos tenemos capas y hay que cuidar cada una de esas capas.
El autocuidado no es solamente gastar en los productos cosméticos más caros, sino también es invertir en tu aprendizaje, en tu desarrollo, en tu alimentación y en cambiar de hábitos y perspectivas. Pero eso es mucho más complicado, y preferimos hacernos a la idea de que ponerte una mascarilla y ver Netflix es autocuidado. Y si, relajarse y disfrutar de una película y serie, claro que es parte de pero no lo es todo.
El autocuidado requiere de mucha fuerza de voluntad, esfuerzo que en muchas ocasiones, no estamos dispuestos a hacer. Hacerte consciente de lo que comes es difícil, porque nos dejamos llevar por aquello que nos gusta y nos da placer, por eso es que muchas veces permanecemos en rutinas que no son sanas. El autocuidado es reconocer nuestras emociones y trabajar en ellas, mejorar, aprender algo nuevo, cambiar de hábitos, intentar entender otros puntos de vista para ser más empáticos, o atrevernos a tener nuevas perspectivas. Es también, cuidar nuestra psique y reconocer que a veces necesitamos terapia, y que esta bien. Que no pasa nada por tomar medicamento que nos haga sentir mejor (vigilado y recetado, obviamente), que cambiar conductas cuesta muchísimo, y que probablemente fallaremos un par de ocasiones. Que es sano poner límites y terminar relaciones que nos hacen daño.
El autocuidado tiene también, su lado espiritual, que también es muy importante y que requiere de atención y de práctica, de ser más conscientes de nuestras acciones, porque ellas repercuten en los demás y en nuestro entorno. A veces olvidamos, que nuestro autocuidado interior influye mucho en el exterior. Entonces no nada más es untarte miles de cosas y ya. Es nutrirte: leyendo, viajando, visitando, aprendiendo, hablando, escuchando, cambiando. Es saber que cada cosa que deseas consumir influirá en ti, te alimentará de alguna manera, entonces debemos aprender a escucharnos para poder autocuidarnos.
Yo ya me explayé, pero creo que Helena Boham lo dice mucho mejor que yo, y mucho más bonito también:
"Pienso que todo en la vida es arte. Lo que haces. Cómo te vistes. La forma en que amas a alguien, y cómo hablas. Tu sonrisa y tu personalidad. Lo que crees, y todos tus sueños. La forma en que bebes tu té. Cómo decoras tu hogar. O una fiesta. Tu lista del mercado. La comida que haces. Cómo luce tu escritura. Y la forma en que sientes. La vida es arte."
Bonito inicio de año.