Me encanta la idea de pensar que de niños tenemos la maravillosa idea de cambiar el mundo. Creo que todos pasamos por eso y es bastante increíble el hecho de que, desde pequeños, notamos que las cosas en el mundo no están bien, y que necesitan un cambio. Sin embargo, a lo largo del tiempo, esta idea se va desdibujando porque nuestras necesidades se convierten en prioridades que tenemos que cubrir, y son la razón de que vayamos a trabajar. Hay que proveer.
Sin embargo, en algunos, esta idea sigue latente, y buscan alguna forma de lograr un impacto en nuestro mundo. Quizás de una manera pequeña, pero sabiendo que eso puede ayudar en su entorno inmediato. Lograr un cambio no es fácil, requiere de un largo camino por el que hay que pasar pero que puede llegar a su cometido.
Yo también tenía esa idea. Aún la tengo, aún creo que puedo poner mi granito de arena tratando de cambiar el mundo. Antes solía pensar que para hacerlo necesitaba tener muchísimo dinero y una mega corporación para lograrlo, y aunque esto si podría tener un impacto a gran escala, lo cierto es que esa no es la única manera.
He pensado mucho trabajo. Cuando me convertí en maestra (porque no estudié para serlo) me di cuenta de que tenía una oportunidad, de que, quizás, si podía orientar a mis estudiantes, de fomentar en ellos los cimientos de la ciencia, podría poner mi granito de arena. Desde entonces esa se ha convertido en una misión para mí. Sé que no puedo hacerlo en todos, pero sé que con uno, que pueda interesarse en la ciencia, y que a partir de eso pueda trabajar en ello y quizás en el futuro, lograr un impacto en mayor escala, sé que contribuí en algo para cambiar este mundo.
Cada vez que piso un aula de clases, pienso en que debo despertar en mis estudiantes: curiosidad, duda, imaginación, análisis. No solo conocimiento, sino el que pueden preguntarse "hay más?", "que más puede hacerse" y que eso los empuje a dar los saltos necesarios para llegar a lo que quieren ser y lograr.
En un país dónde el sistema educativo es un asco, mi trabajo me lo tomo muy en serio. Me doy cuenta de que en verdad, es un trabajo en el que puedes cambiar el mundo, y que es esencial para el futuro. Todavía creo en él, pese a las decepciones que me he llevado, pese a la cantidad de trabajo que puedo llegar a tener (y que a veces no quiero hacer), me motiva el hecho de qué quizás algún día, este mundo si pueda ser un lugar mejor.
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