Tiene días que no escribo en el blog, y es que he querido estar alejada un poco de mis pensamientos, aunque quizás eso no tenga mucho sentido. El trabajo ha consumido la mayor parte de mi tiempo y energía, así que no le he dedicado demasiadas neuronas a divagar sobre las cosas humanas.
Escribir no es tan sencillo como parece. El escritor tiene que sentarse y exprimirse, sacarse lo que lleva en la cabeza, y a veces en el corazón, y un sinúmero de formas, después de un tiempo puede considerarse agotador. Escribir no es para todos, aunque siempre hay algo con lo que podemos contribuir. Mi desapego hacia el teclado se debe también a la falta de inspiración, he vagado por muchos pensamientos pero ninguno me ha llevado a ningún lado. Quizás sea tiempo de un cambio.
La rutina es cómoda pero fácilmente se torna aburrida. Y eso es lo que siento últimamente. Una rutina interminable y exasperable que busco cambiar. Tal vez, como me dijeron hace poco, deba ir a mi lugar feliz.
Quizás también es sano alejarse un poco a veces, irse y volverse a llenar como dice Bukowski, porque este mundo loco tiende a vaciarte. En algún momento todo se hace demasiado: demasiado aburrido, demasiado estresante, demasiado complicado, demasiado estresante. Y en algún momento tienes que pararte y deshacer todos esos nudos, pero lleva tiempo y paciencia.
Y quizás, después, puedas escribir sobre ellos.
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