Las mujeres somos una especie rara. Yo soy una chica, pero no solamente me baso en eso, sino también en la observación y la retroalimentación continua durante muchos años, así que puedo dar fe de que esa afirmación no es tan descabellada. A las mujeres no han enseñado muchas cosas, pero tal vez no a ser lo suficientemente claras.
A veces no sé si es aprendizaje o nuestra misma naturaleza la que nos hacer ser tan complicadas. Pensamos y sentimos mucho, pero a la hora de querer expresar todo esto, es donde generalmente nos bloqueamos. Quizá porque siempre hemos estado bajo el mando de "guardar las apariencias" porque una mujer siempre verse bien.
Las mujeres somos tan raras que cuando pasamos por una ruptura amorosa siempre pensamos en lo que hicimos mal, y como pudimos haberlo hecho mejor. Si, pasamos semanas e incluso meses atormentándonos con semejantes ideas. Y no termina ahí, las mujeres somos raras porque llegamos a creer que podemos ser mejor siendo menos. Así de ilógicas y complicadas somos.
Pensamos que podemos volver con nuestras parejas si en vez de ser tal como somos le bajamos dos rayitas a nuestra personalidad, porque en nuestra extraña mente pensamos que menos es más. Si somos menos intensas el galán nos va a querer más. si somos menos explosivas, o espontáneas, si somos menos inteligentes, o menos exitosas... y así vamos por la vida, restándonos poco a poco queriendo alcanzar ese más.
Ya lo exponía mejor la escritora Warsan Shire en su famoso poema "Para las mujeres que son difíciles de amar" y que publiqué apenas en este blog. A veces me resulta difícil creer lo que podemos llegar a pensar, y más aún ver que lo que llevemos a la práctica. Yo misma he llegado a pensarlo. Pero que forma de autoinflijirse dolor.
Todo esto lo pensé mientras reflexionaba en mis propios pensamientos y de fondo se escuchaba la voz de Beyoncé cantando "they don't love like i love you....".
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