jueves, 29 de octubre de 2020

Alone

 Han sido unas semanas extrañas, desde la última vez que escribí aquí y hasta ahorita siento que ha pasado mucho tiempo y la verdad es que no ha sido tanto. La neta es que quisiera escribir sobre muchas cosas pero hay algunas que aún no puedo poner en palabras, hay otras de las que no quiero hablar y las demás irán brotando próximamente. 

Creo que últimamente me ha pegado mucho lo de la cuarentena. Creo que comienza a hacer mella en mi esto del aislamiento, y me siento cada vez más sola. Y eso es algo que precisamente me ha golpeado en el sentido emocional, no solo por el hecho de sentirme sola sino por el hecho de que he aprendido que al final estás tu y solo tu para ti. Voy a tratar de explicarme mejor. 

Creo que a veces llegas al punto en el que debes lidiar tu solo con tus propios problemas, pero esto no lo digo a manera de reclamo, sino más bien como una especie de lección que estoy aprendiendo. A veces quisiera hablarle a mis amigos para decirles como me siento, pero por otra parte siento que no quiero aburrirlos con la misma cantaleta. 

Poco a poco me he dado cuenta de qué, en algún punto, tenemos que lidiar con nuestras propias cosas por nuestra cuenta. Y a veces no es porque los amigos no te apoyen, sino porque ellos también están lidiando con sus propias batallas, y atendiendo sus propios problemas, y uno tiene que aprender a hacer lo mismo.

Así que a veces inicio una conversación en la que le quiero decir a mis amigos  "oye me siento así..." pero al final me retracto porque no quiero aburrirlos con mis problemas. Así que estoy en el proceso mental de lidiar con ellos, porque al fin y al cabo sé que soy la única que puede resolverlos.

Creo que la cuarentena me ha hecho más consciente de mi soledad, y de como convivir con ella. A veces es extraordinaria porque me permite esparcirme por cosas que había querido hacer y que no no hacía por falta de tiempo o simple desidia, pero otras tantas se vuelve pesada, tanto, que siento que me aplasta y me asfixia.

Al final estamos solos, y creo que esa es una de las cosas más difíciles de entender en la vida, que somos entidades individuales aunque formemos parte de un todo. En fin, ya dejo de escribir porque no me quiero poner existencialista. Saludos.

lunes, 12 de octubre de 2020

Un historia de Guanajuato

 Como buena fan  de la ciencia que soy, y dada la situación actual, me pongo a leer algunos textos sobre diversos temas científicos, o veo algunos videos en You Tube o en Netflix, y para mi sorpresa, me doy cuenta de que, he podido entender mucho más conceptos gracias a mi intento de maestría frustrada. Sé que esa es una historia que no he contado porque, sinceramente, me daba mucha vergüenza decir que intenté estudiar una maestría y no funcionó, terminé dejándola y fue algo que me costó mucho procesar. Sin embargo, me he abierto poco a poco, y comencé a abrirme con ese tema con mis estudiantes. Les dije que es válido darte cuenta de qué algo no es para ti, y cambiar de opinión. Pero vamos por pasos.

Primero que nada debo decir, que durante ese período que estuve en la maestría, que fueron seis meses, pasaron un montón de cosas. Haciendo hoy una retrospectiva a ese momento, me parece que en seis meses viví todo una vida. Fueron los seis meses más exhaustos que he tenido en mucho tiempo, y del cual me costó aún más recuperarme en todos los aspectos, física, mental y emocionalmente. Pero como toda historia empezaré por el principio.

Me decidí a estudiar mi maestría en Guanajuato porque necesitaba un cambio de aires. En aquél momento, sentía que muchas cosas en mi vida no iban como yo quería así que pensé que estudiar una maestría fuera de mi estado sería lo mejor. Lo intenté la primera vez, y por azares del destino (o más bien porque soy muy distraída) no puse hacer el trámite, las fechas se me pasaron y tuve que esperar al siguiente período. Me deprimí, pero esperé a la siguiente convocatoria. Para ese entonces algunas cosas comenzaron a acomodarse, pero aún así me dije que quizás debería intentarlo, total aun quedaba por ver si pasaría el examen

Hice el examen y cuando venía de regreso, me dije que no iría, que aunque pasara el examen no me iría a estudiar allá porque sentía que ya no lo necesitaba. Me avisaron que pasé el examen y que si estaba decidida a irme los trámites iniciaban en tal fecha. Después de mucho titubeo, me animé. Dejé todo y me fui a Guanajuato. Pronto me di cuenta de que quizás no había tomado la mejor decisión.

La maestría comenzó y me conforme los días iban pasando, comencé a sentirme muy fuera de la liga. Mis compañeros, todos eran de allí, allí habían vivido y estudiado, sentía que me rebasaban en conocimiento por mucho. Me sentí fuera de lugar y no lo suficientemente inteligente como para estar ahí. Cabe mencionar que solo éramos cinco. Mis calificaciones tampoco eran las mejores, y mis participaciones en clase nunca eran lo suficientemente buenas.

Me desvalaba casi todos los días, tratando de entender algo que no podía. Me frustraba, lloraba y por más que leía, sentía que estaba leyendo algo en ruso. Saliendo de clases me iba a la biblioteca a consultar libros de nivel universidad (que de poco me servían) para tratar de entender términos y técnicas que no tenía ni idea de lo que trataban. Sufría mis exámenes, y el tiempo que pasaba en las clases se me hacía interminable.

Para cuando inicie mi segundo cuatrimestre, la presión y la depresión que sentía eran insoportables. Había bajado bastante de peso, y mi cara denotaba demasiado estrés y frustración. A diario me repetía que yo no debía estar ahí, que ese sitio no era para mí porque era demasiado tonta para entender lo que los maestros explicaban. Incluso uno de mis profes me dio a entender que era una estúpida, porque dijo que "no sería capaz de explicar bien un artículo". Lloraba demasiado a menudo, y  estaba perdiendo el apetito. Hasta que un día me quebré. Un día, entre lágrimas, me di cuenta de que no me sentía feliz en aquel sitio, estaba demasiado desmotivada, y sentía que no tenía nada más que dar. Decidí darme de baja. Los siguientes meses fueron un suplicio en todos los niveles, y sino hubiese sido por mis amistades...

Total, llegamos al presente y la otra vez escuchaba en las noticias sobre covid, salud, y cosas de inmunología. Y fue en ese momento, mientras entendía lo que decía el narrador, que me dije a mi misma "vaya, si aprendiste algo en la maestría, después de todo" y no saben la alegría que me dio. Por muy básicos que son mis conocimientos he podido entender algunas cosas que previa a ella no lo hubiese hecho, y me da gusto por ello. Me da gusto que, pese a lo mal que me sentía, el conocimiento (o algo de él) pudo colarse en mi cerebro y me hizo aprender, y estoy agradecida por ello.

Ahora que ha pasado cierto tiempo desde ese intento frustrado, me doy cuenta de que aprendí muchas cosas en aquel lugar, y no solo hablo de conocimiento teórico, sino sobre la vida y sobre mi misma. Esta una historia muy resumida de las muchas que pasé en Guanajuato.  Creo que al final, me di cuenta, de que, aunque estudiar esa maestría era una gran oportunidad, me estaba afectando mucho en mi salud en general, y eso es algo que he aprendido a valorar, a tener en cuenta de que si algo está absorbiendo demasiado de ti, hasta un punto que puede llegar a ser riesgoso, quizás debas de meditar si eso en verdad es para ti. Quizás algún día les cuente más historias de mi tiempo por allá, pero por el momento les dejo con esta, esperando que a alguien le ayude. Saludos.

viernes, 2 de octubre de 2020

¿Porque ya no escribo poemas?

 La neta, la neta nadie me hizo esta pregunta, me la hice yo solita el día de ayer porque recordaba que ya tenía que no escribía un intento de poema. Sí. ya sé que la entrada anterior parece precisamente eso, pero la verdad es que no quedó tan bien, creo que he escrito mejores. 

La respuesta es muy sencilla, porque no tengo un muso. Sí, ya sé, ustedes podrán decir que puedo escribirlos para mi misma, pero siento que no es lo mismo. Por ahí he escuchado que dicen que un escritor, o quizás mejor dicho un poeta, hace sus mejores trabajos cuando esta enamorado o decepcionado, y ahorita no me encuentro en ninguno de esos dos estados. Y es que, no es difícil de notar, que los textos que uno escribo cuando no está bajo la influencia de ninguno de esas sensaciones, los poemas pueden parecer que no tienen tanto sabor, que no saben igual.... no brota con la misma enjundia. 

Así que desde el 2018, creo, no he escrito algo que realmente me flipe. Al menos no en términos poéticos. A veces he intentado regresar a los recuerdos en busca de inspiración, pero al parecer esas cenizas ya se han consumido, ya no hay chispa que pueda avivar esas viejas historias. 

Así que a falta de inspiración romántica, me siento aquí y les cuento sobre mis desdichas, o trato de filosofar o hago una crítica a mi trabajo. No digo que nunca vaya a volver a escribir esos "poemas" sino que por el momento no hay inspiración para crearlos. Es como un carro al que se le ha acabado la gasolina para andar, pero que volverá a caminar cuando le vuelvas a poner. Ok, esa fue una pésima analogía, pero espero que ustedes me capten.

Sé que muchos dirán que hay muchos poetas con versos muy buenos que no tratan sobre el amor, lo cual es cierto, y hay unos geniales, como los de Walt Whitman por ejemplo, pero yo que soy una cursi de clóset necesito de esa inspiración rosa para escribirlos. 

Así que solo queda esperar a que mi yo rosa vuelva de donde se ha ido a vacacionar, mientras tanto seguiremos con este contenido. Hasta aquí mi reporte, saludos.