lunes, 5 de enero de 2015

Máscaras...

Últimamente he pensado en las máscaras, sí esas que todos hemos utilizado alguna vez en la vida, esas que son necesarias para, en ocasiones, afrentar la vida. 

Yo no solía creer en las máscaras, yo siempre he sido de la idea en que debemos ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Pero la otra vez me saltó a la mente la idea sobre si alguna vez he usado una máscara. La respuesta fue si. Y aunque al principio lo negué, después llegué a la conclusión  de que todos lo hemos hecho, porque a veces es necesario. Como cuando estás triste y deprimida por dentro, pero te tienes que poner la máscara de felicidad para dirigirte hacia el café con tus amigas. O la máscara de valiente, cuando sabes muy bien que tienes mucho miedo. Sí, a veces son necesarias. Para no hundirte en la tristeza, en la soledad, o en el miedo. Son parte de la vida. Quizás House tenía razón cuando decía que todo el mundo mentía.

Quizás el problema sea, cuando utilizamos una máscara de forma de permanente o por un tiempo muy largo, y entonces esa máscara se convierte en nosotros mismos y perdemos la percepción de quiénes somos realmente. 

Aceptar siempre he sido un verbo duro. No nos gusta, no es para todos. Aceptarnos y aceptar a los demás es un desafío, porque siempre hemos escuchado es como "tenemos que ser" en vez de solo "ser quiénes somos" y aceptarnos. Y ser felices como somos. Por quiénes somos.  Hasta la misma sociedad lo dice "tienes que ser alguien en la vida" en lugar de "solo sé tu mismo". Y entonces la vida se convierte en un baile de máscaras, en el que todos vamos bailando al ritmo de una misma canción.

Si las máscaras nos ayudan pero todo tiene un tiempo, y si usamos mucho la máscara, al final puede volverse pesada, y corremos el riesgo de convertirnos en alguien más. Y la pregunta es: cuánto tiempo pasaremos en ese baile de máscaras?

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