Me repatea escribir sobre ti. Y me repatea aún más el hecho de que no lo leas, de no te interese, de oír tu silencio. No se que es lo peor de todo, si yo por escribirte sabiendo que no lo lees, o tú leyéndolo sin importarte que yo (te) lo escriba. Insana necedad
A veces ya no se si es porque en verdad me gustas, o solo por la ilusión de tener a alguien que me guste. Alguna vez dijiste que era inmaduro (a estar alturas de la vida) enamorarse del amor. Consuelo para los tontos, que deseamos encontrarnos con la persona adecuada al doblar la vuelta, y dejándolo al destino la laboriosa idea de juntarnos, pero nosotros distraídos, muchas veces la dejamos pensar. Tal vez tengas razón. No es lo mismo enamorarse de alguien, que enamorarse del amor. Lo primero es más difícil, lo segundo es una adicción. Pero es esa adicción la que nos impulsa a buscar esa adrenalina, aunque para eso tengamos que romper varios corazones.
Quisiera tenerte. Pero si te tuviera no se que haría. A veces te acostumbras tanto a la soledad, que la compañía se vuelve difícil. A veces te prefiero inalcanzable, como dice la canción. Quizás porque el miedo de tenerte a mi lado me hace pensar que quizás no resulte.
No me gusta escribir sobre ti. Causas dolor. Pero siempre regreso. Es la adicción de escribirte, de retratarte, de dibujarte con palabras, lo que me lleva a sentarme y teclear. Aunque no te tenga, aunque a veces duela, aunque derrame lágrimas...
No, no me gusta escribirte. Y aquí estoy, escribiéndote otra vez.