Después de un buen tiempo es momento de regresar a la realidad. Y es que, haciendo un poco de retrospectiva, el año anterior se me hace un poco extraño, como si hubiese sido sacado de un sueño. Quizás yo sea un poco como Don Quijote, y a veces me dan mis ratos de locura y tengo que irme a cazar gigantes, aunque en realidad sean molinos de viento. Todos tenemos derecho a escaparnos a nuestra surrealidad de vez en cuando, y yo puedo decir que viví en ella un buen rato. ¿Aprendí de ella? Claro. Esa extraña surrealidad me dejó lecciones, y sé que si no hubiera habitado en ella no las hubiese aprendido. Pero como El Quijote, quizás sea tiempo de recobrar (un poco) la cordura.
Siempre he sabido que uno tiene derecho a equivocarse. Tiene derecho a tocar fondo. Tiene derecho a cajetearla, a mandar todo al carajo y volver a comenzar. Uno tiene derecho a reinventarse, a volver a crearse otra vez, a aventurarse de nuevo. Sí, y yo a veces lo olvido. Mi estúpida necesidad de buscar la perfección a veces hace que me hunda en un estado depresivo. Aunque he batallado con mis control issues aún sigo lidiando con ellos. ¡Suelta! Me dice una vocecita en la cabeza, suéltalo ya, déjalo ir, déjalo que se pierda, que se lo lleve el viento (sí es una canción y ya me divagué)...
Retomando el punto, es hora de comenzar de nuevo, de retomar algunas cosas y dejar, por la paz, otras. Es tiempo de volver al aquí y al ahora, y aunque las cosas no siempre (aunque ya a estas alturas diría, casi nunca) salen como uno quiere, hay que tomar nuevas perspectivas porque así es esto de vivir.
Después de haber hecho muchas estupideces, haber cometido varios errores y haber tomado malas decisiones, he pensado que tal vez sea el momento de hacer las pases con ese pasado que aún es un poco reciente, tomar las lecciones y volver a retomar el rumbo, o lo que creo pensar que es un rumbo, porque al final, la vida es un desconcierto total, y la mayoría de las veces vamos a la deriva (o quizás sea yo). En fin, quizás sea momento de regresar a la Mancha y replantearme muchas cosas de nuevo y poner algunas otras en su sitio.
La aventura fue interesante y también estresante, al final entendí que Dulcinea no era para mí y que existen más aventuras por venir. Quizás en algún momento vuelva a la surrealidad, aunque muy probablemente sea distinta, pero por el momento nos quedaremos aquí, en esta realidad.