lunes, 28 de noviembre de 2016

Work of fiction: Rollin' in the deep

Podría decir que aún sentía su presencia. Quizás se debía a que estaba rodeada por cosas que le habían pertenecido. Había ropa esparcida por el suelo, el olor de su perfume aún impregnaba el aire que me rodeaba, mientras yo me encontraba sentada en medio de todo ese caos, con un cigarro que se consumía con cada segundo que pasaba. La canción sonaba una y otra vez, porque yo la repetía en cuanto terminaba. Deseaba seguir llorando, pero por alguna extraña razón parecía que se me habían terminado las lágrimas. Exhale.
Sentí que un vacío profundo se formaba dentro de mí. Fumé para tratar de llenarlo con humo, sinceramente no me importaba con qué. Quizás ese vacío le pertenecía a él, y se la llevó consigo cuando se fue. Tal vez. Aunque suene a cliché,  y un tanto patético a la vez. Pero yo quería hallar una explicación. 

Sabía que mis vecinos me reclamarían. Primero por la discusión, y luego por repetir mil veces la misma canción. ¿Acaso a ellos nunca les han roto el corazón? Tenía la esperanza de que regresara, de que esto hubiera sido un mal sueño del que pronto despertaría y que volveríamos a estar seguro, pero sabía que solo eran falsas ilusiones que me creaba para sobrellevar el dolor.

Seguía sin comprender en que momento nos habíamos roto.En qué momento había aparecido ese fisura que poco a poco se había expandido entre nosotros, hasta separarnos. No lograba averiguarlo, por más que pasaba todo una y otra vez por mi mente. Yo sabía que tenía parte de la culpa, y deseé volver en el tiempo parar reparar mi error. Pero ya era tarde.

Recogí el celular que yacía en el suelo con la pantalla estrellada. En ella se dibujaba una foto de nosotros, de nuestra última cena. Nos veíamos felices. No pude evitar pensar que solo era una fachada. Al día siguiente casi ni hablamos. Parecía que las palabras se nos habían escapado de la boca, que los besos habían perdido su magia, y que los abrazos eran, tan solo, una mera formalidad entre dos compañeros de negocios. Habíamos sido consumidos por la misma llama de nuestro amor, una llama que parecía ser inagotable, poderosa, ardiente. Y ahora nos habíamos convertido en 
cenizas.

Comencé a sentir rabia, por no haber actuado a tiempo, por haberme convertido en cómplice de nuestra ruptura. Lancé mi celular hacia el espejo que tenía enfrente. Lo hice con todas mis fuerzas. El espejo estalló en miles de pedazos, y contemplé el espectáculo expectante, maravillada ante la idea de que representaba mi propio corazón. Las piezas cayeron en silencio sobre la alfombra que cubría la sala.  Los trozos del espejo brillaban, añadiéndole un reflejo especial a la habitación.Me parecía un espectáculo hermoso, y nostálgico a la vez.

Me quedé mirándolo, extasiada, hasta que la sensación de lluvia me trajo de vuelta a la realidad. No sabía como, pero llovía, como era posible? Yo me encontraba en el mismo lugar, en la sala de mi departamento, pero una lluvia torrencial se espacia por todo el lugar. Pronto estuve empapada, y con un poco de frío, pero con una sensación distinta, liberadora. Quizás estaban lloviendo mis lágrimas.

Desperté en el centro de la sala, rodeada de la ropa y demás artefactos. Me levanté de golpe y me toqué la ropa, estaba seca, al igual que la alfombra. La música se había detenido. No tenía idea de cuanto tiempo había pasado, y la verdad no importaba, porque para mí el tiempo era distinto. Levanté los vidrios y la ropa, tiré el celular, tomé un año y me cambié la ropa. Me maquillé y me vestí, después prendí un cigarro y me senté sobre una silla en la sala. Y esperé.



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Nota: Esta es una historia de ficción, cualquier parecido con la realidad o la surrealidad es pura coincidencia.


domingo, 20 de noviembre de 2016

I'm a mermaid...



"Debo ser una sirena, no tengo miedo a las profundidades pero sí a una vida superficial"
-Anais Nin 

"Siempre hubo en mí, al menos, dos mujeres una mujer desesperada y perpleja que siente que se está ahogando y otra que salta a la acción, como si fuera un escenario, disimulando sus verdaderas emociones porque ellas son la debilidad, la impotencia, la desesperación y presenta al mundo sólo una sonrisa, ímpetu, curiosidad, entusiasmo, interés."
-Anais Nin


viernes, 11 de noviembre de 2016

Mujeres complicadas...


Siempre que a una amiga le rompen el corazón no puedo evitar molestarme. Y es qué a veces no puedo entender como pueden dejar a esas mujeres tan maravillosas. Sí, son mis amigas y las veo con ojos de amor, pero es que de verdad creo que lo son.

Siempre he tenido la oportunidad de conocer genial, y eso es algo que agradezco. Sin embargo, creo que he sido muy afortunada en conocer a mujeres que me han demostrado que son fuertes, independientes, trabajadoras, idealistas y con una gran capacidad de amar, eso para mi es maravilloso. Así que cuando hablan del sexo débil siempre me he preguntado de quiénes hablaran, porque ciertamente ese adjetivo no les queda a las mujeres que he conocido.

Quizás, todos estos adjetivos, hacen a las mujeres más complicadas (si de por sí ya lo somos, no sé si de manera natural pero creo que la cultura ha influido bastante) y quizás eso tiende a alejar algunos hombres. Por alguna razón, extraña, parece que no queremos lidiar con lo complicado. Y entonces estas mujeres geniales, maravillosas, están solas. Pero eso no es un defecto ni mucho menos, sino al contrario, la veo vivir felices, disfrutando en verdad sus vidas, persiguiendo sus objetivos, con una actitud entusiasta. Y eso es muy difícil de encontrar.

Sí, es parte de la vida romperse el corazón, y también volverlo a construir. Quizás estas mujeres maravillosas que conozco son demasiado complicadas, pero no me gustaría que cambiaran.  Son mis heroínas.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Work of Fiction: Reencuentro


Caminaba deprisa por la acera esperando que la lluvia no cayera sobre mí. El cielo se había pintado de gris desde la mañana, variando los tonos mientras jugaba con nosotros, haciéndonos adivinar el momento en que dejaría caer el agua sobre nosotros. Sin embargo, a esta hora el cielo estaba casi negro y la amenza de lluvia se había transformado en tormenta. Mire mi reloj. Marcaba las 6:15 p.m. Me reproché a mí misma el no haber traído el paraguas. Resignada, continue mi camino.

Doblé la esquina y me detuve en seco. Fue ahí cuando lo vi. Por un momento creí que había empezado a llover porque escuché el sonido de un trueno espantoso. Pero no me estaba mojando. Me paralicé. Todos mis pensamientos me abandonaron. Frente a mí yacía su figura. Él también me miraba mientras se llevaba el cigarro a la boca. Quise darme la vuelta pero ya era demasiado tarde. Y entonces, cuando pensé que mi mente ya no volvería a funcionar, un torrente de recuerdos pasaron frente a mí. Todos demasiado rápido  como para poder concentrarme en ellos, un flash de recuerdos que no paraba. Me llevé la mano a la cabeza tratando de recuperar la concentración. En ese momento sentí un crack dentro de mí. Un terremoto me sacudía por dentro ocasionandomé fisuras que se iban expediendo poco a poco.

Se suponía que no volveríamos a vernos. Nos habíamos separado hace ya algún tiempo, cada quien había seguido su camino y eso era todo. Yo había cerrado ese capítulo en mi vida. O eso creía. Porque tenía que reencontrarme con él? Para mí eso desafiaba todas las leyes de la física, o de la lógica. Lo miré, y eso me bastó para recordar el sabor de su boca. Quisé caminar pero después que haría? Iría hacia él o daría la vuelta? No sabía y por alguna razón no quería averiguarlo.

Miré hacia el cielo esperando que la lluvia cayera en cualquier momento. Deseaba que se desatara con toda su furia, que me empapara y que me ayudara a escapar de este momento. Lo mire de nuevo. Quise llorar pero me contuve. Di un primer paso. Me recordé a mi misma que su presencia no tenía porque detenerme, que todo era parte del pasado, que yo me había vuelto más fuerte.

El segundo paso me recordó el momento en que terminamos. Los siguientes, me trajeron recuerdos de nuestra relación. Lo buenos momentos y los malos. Las peleas, los paseos, los besos, y las caricias. Sentí que la respiración se me cortaba, y que un intenso dolor se apoderaba de mi cuerpo pero no me iba a detener. Porque había regresado? 

Mientras caminaba hacia él, los recuerdos pasaban ante mí, era una sensación extraña. Como si la realidad hubiera colapsado y se hubiera abierto un agujero en el tiempo, y me hubiera transportado a todos esos momentos en qué estaba junto a él. Por un momento sentí que comprendía el significado de las cosas, que entendía todo aquello que me había parecido incomprensible en otro momento.

Aunque la distancia entre él y yo era corta, a mí me pareció infinita. El sonido de las manecillas del reloj me llegó, pausado y distante, no con su habitual rapidez que me recordaba que el tiempo transcurría demasiado pronto y que yo me la pasaba gastándolo en cosas sin importancia. Las fisuras que se habían hecho dentro de mi iban espárciendose, levantando capas que yo había tardado años en construir. O al menos eso me parecía. No podía entender como el volver a verlo podía ocasionar todo eso.

Él último paso me dejó frente a él. Quizá el tiempo lo había cambiado un poco pero aún conservaba la calidez en sus ojos. Toqué su rostro y el contacto con su piel activó cada una de mis terminales nerviosas. Aun recordaba la textura de su piel, en todas sus diferentes formas. Seca, húmeda, suave, tersa, áspera. Todas las conocía, todas las había recorrido con mis manos y con mi boca, y yo amaba cada una de ellas. El olor de su perfume mezclado con el del tabaco entró por mi nariz, acelerando mi pulso y dilatando mis pupilas. Me sentía en un viaje, un viaje infinito.

Y entonces comenzó a llover.



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Nota: Esta una historia de ficción, cualquier parecido a la realidad o surrealidad es pura coicidencia.