El amor es cosa de locos. He visto a muchos cambiar para bien o para mal por amor; tal vez si conscientemente nos plantearamos los riesgos de enamorarnos, no lo haríamos, porque siendo honestos, a veces perdemos más de lo que ganamos, aunque suene demasiado frío decirlo. Pero es que amar es complicado, es mucho más que besos, abrazos y sexo.Y es que el amor nos trastorna, nos hace cometer locuras, nos hace perder la cabeza.
Hace salir nuestro lado masoquista, nos convertimos en esclavos de nuestro dolor, lo mimamos y lo cuidamos, y regresamos a él constantemente en busca de ese amor. Y ese comportamiento es un misterio para la humanidad, parece que el amor y el dolor están secretamente ligados, y que se complementan.
Todos somos adictos al amor. Vamos una y otra vez hacia él, sin importar las decepciones, las heridas, el dolor, lo intentamos sin importar nada. El amor es la droga más poderosa, de eso no hay duda. Y tal vez recurrimos a ella precisamente por eso, para escapar de nuestra realidad, aunque sea por momentos. Quizá también deberían de ponerle una advertencia sobre lo peligroso que es, aunque seguramente la omitiríamos porque la sensación bien lo vale.
Sí, el amor es cosa de locos.
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