¿Recuerdan que hace poco se armó todo un alboroto porque se habían actualizado las políticas de privacidad de Whatsapp y ahora tendrían más acceso a nuestros datos? Bueno, todo ese embrollo me puso a pensar en si todavía existe la privacidad. Recuerdo claramente como era la vida antes de los celulares, y por eso, creo que puedo ver de una forma más clara como la vida ha cambiado con ellos. Antes ni pensar en que podías tomarte una foto con el celular e inmediatamente compartirla en una red social. Todo conllevaba una serie de pasos para poder tener esos bonitos recuerdos impresos, y claro, para compartirlos, tenías que sacar los pesados álbumes familiares.
Y sin embargo, ahora todo es distinto. Ahorita podemos subir una foto y compartirla con miles de extraños en instagram, que la vean en todo el mundo! Claro, podemos tener una cuenta privada y solo compartirla con la gente que conocemos, pero la moda de los hashtags y la posibilidad de volverte popular lo vuelve casi irresistible. Y precisamente es ahí, donde muchos han encontrado una droga: la atención.
Sin duda, las redes sociales no han brindado algo que muchos deseamos: tener atención. Y eso es algo que nos motiva a mantener estas redes y seguirlas alimentando con nuestros datos y nuestras fotos y todo lo que nos pida. No puedo culparnos, creo que la necesidad de atención es algo innato en el ser humano. Queremos ser vistos y apreciados por nuestro entorno, o buscar un nicho donde nos lleguemos a sentir de esta manera. Por eso salimos a compartir nuestra vida con el mundo, con la esperanza de encontrar a alguien que comparte nuestros gustos, o quien nos entienda, con quién podamos identificarnos.
Creo que cada vez menos cosas podemos mantener privadas. La mayoría de las cosas están a un click de ser compartidas o encontradas por nuestras aplicaciones, apuesto que, los programas saben muchos de nuestros secretos. A veces incluso, he llegado a pensar si no leen mi mente, porque luego veo anuncios respecto a cosas que traigo en la mente.
Lo que hizo whatsapp, de notificarle a los usuarios que las políticas de privacidad cambiarían fue meramente una cortesía, porque si no lo han hecho ya, lo harán de todos modos. Aún así, logró encender las antenas de la gente, que empezaron a preocuparse sobre "la pérdida de su privacidad". La cual, aceptémoslo, ya está pérdida desde el momento que adquirimos un celular. Quizás si en el contrato viniera esto con letras mayúsculas lo pensaríamos dos veces, o quizás no, porque al fin y al cabo necesitamos estar comunicados. Es extraño pensar como, las grandes empresas están dispuestas a pagar millones por adquirir nuestros datos, mientras que nosotros solo los damos de gratis (bueno, solo que cueste el telefono).
¿Se puede aún mantener la privacidad? Supongo que si, pero eso dependerá de cada quién. Hay cosas que guardamos y no compartimos con nadie. Que vagan por nuestra mente y que posiblemente ahí permanecerán por siempre. Eso es lo que nos queda. Y sin embargo, pesé a poder comunicarnos en cuestión de segundos, y en todo lo que ha avanzado la tecnología, no podemos permanecer en casa durante una pandemia, pero eso lo dejamos para la siguiente entrada. Saludos.
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