Hace un par se semanas me topé por casualidad con u paquete de hojas, pero pronto me di cuenta que no era solo un montón de hojas cualquiera, sino todos aquellos poemas y prosas que aguna vez escribí en ciertos momentos de mi vida. También a ciertos chicos de mi vida.
Mientras los leía pensaba en todo el tiempo que ha transcurrido desde que escribe y el último y me di cuenta que ya ha sido bastante, entonces pensé que quizás nunca más volvería a escribir así. A veces tomo la pluma e intento escribir una cuantas líneas que rimen, pero por lo general siempre terminó creando bolas que se van a la basura.
Y es que ya no es la misma inspiración. Quizá sea que me falta un muso, o quizás sea simplemente que esa etapa ya pasó, como tantas otras. Guardé el paquete como recuerdo de lo que solía escribir y con la esperanza de algún día crear un par de líneas similares, aunque es un misterio si eso volverá a ocurrir.
A veces extraño, ese suspirar, esa necesidad de tomar papel y plasmar las emociones a manera de verso, dedicándoselas a alguien que sabía nunca leería esas líneas.
Me rió y suspiro. Y es que pasan tantos recuerdos por la mente, como un mar que te inunda la mente. Y allí están, las cosas que hiciste y las que no hiciste, las que dijiste y las que no pudiste decir. Y te golpean con la fuerza de una ola salvaje, recordándote que siguen ahí.
Ahi están, plasmados en papel, tiempo, personas, sentimientos. Recuerdos.
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