En estos últimos días de Diciembre he entrado en modo reflexivo que me ha llevado a darme cuenta de varias cosas, algunas las compartiré en el blog pero otras serán privadas.
Hace un par de semanas, un conocido, publicó en su estado de whats algo que me dejó pensando. Era una reflexión corta que decía que en un pueblo las tumbas no tenían grabadas los nombres de las personas, sino que ellos pidieron que grabaran el tiempo que fueron felices. La reflexión quedó flotando en mi mente, y me quedé pensando en la cantidad de tiempo que quedaría grabada en la mía. La respuesta me asombró. A partir de eso comencé a pensar en todas aquellas veces que he sentido dolor en mi vida, pero no dolor de ese que te hace llorar un par de horas o un par de noches, sino, dolor de aquél que me ha marcado.
No es secreto, porque lo he compartido en este blog, que varias veces he tenido que lidiar con la depresión. Algunos períodos han sido más cortos que otros, pero siempre han sido duros. Algunos episodios han sido realmente difíciles pero gracias al apoyo de muchas personas he logrado salir de ellos. La depresión me ha causado dolor, pero no es un dolor que sea fácil de describir, lo entenderán aquellos que han atravesado por ella, y sabrán que es no es sencillo de explicar.
Luego tenemos el dolor físico, algo que atravesé cuando era niña y que en aquél momento pensé que era un dolor muy duro. Si lo fue, pero aún me esperaba algunos que serían más agudos. A veces, cuando vuelvo a esos momentos de mi infancia, puedo ver el dolor de una manera distinta, y darme cuenta de que no solo era físico, sino que permeaba en la gente que me rodeaba.
Luego esta el dolor del corazón. Después de haber llorado por meses, ahora puedo decir que aprendí mucho, que desde esa vez no volví a ser la misma, pero creo que me hizo ser más empática en muchos aspectos dónde antes solía juzgar mucho. Sin embargo, fue un episodio bastante doloroso, que me llevó aún más tiempo superar, pero que abrió una nueva perspectiva, y me hizo ver, lo que ya no quiero en mi vida.
Hago un pequeño recuento de esto, porque creo que algo que estoy aprendiendo en estos momentos, y que sin duda he necesitado es fortaleza. Y es que a veces estoy por tirar la toalla y mandar todo al carajo, porque si ya he reiniciado varias veces, que más da una más. Sobra decir que mi situación actual no es la que más me gustaría, pero a veces me consuela el hecho de que nada es para siempre, y de qué cuando sea el momento del cambio, ya sea pronto o no muy lejano, debo tener la fortaleza de seguir.
Haciendo una retrospectiva de todo esto, he llegado a la conclusión, de que ya no quiero dedicarle tanto tiempo a sentirme triste, porque ya he tenido muchos episodios en los que el dolor ha estado presente, y aunque sé que es inevitable que este ahí, quiero aprovechar el tiempo en el que no lo esté, en el que no sea necesario, y aprovecharlo en ser feliz.
Te tengo fe 2020.
A veces no sé qué decirle, pero sepa que leo todas sus entradas.
ResponderEliminarGracias señor conejo, le agradezco que las lea todas. :)
EliminarCreo que el señor conejo es tu fan, deberían conocerse... hablando de tu entrada, tengo fe en ti y tu tambien ten fe en ti, la depresión es algo que nos abruma que nos quita lo mejor de la vida, pero no por ello deja de ser algo que nos enseña tanto OP, lo que vivo ahora es gracias a todo lo que aprendí de ella al haberla vivido por años, la depresión es sentir que enfrentas sola el mundo a pesar de toda la ayuda, como si nunca hubiera un día soleado, hasta que un día te enfermas de tanto dolor emocional-fisico, porque aunque lo vives adentro, tu cuerpo lo siente, es momento de creer que eres y mereces el sol arriba y un baile con vestido rojo bajo la lluvia.
ResponderEliminarGracias OP, mira que las pláticas contigo y con Mariana me han hecho reflexionar mucho, y creo también que el hecho, de que las tenga cerca a ustedes, es una seña. Ciertamente he aprendido mucho del dolor, pero acostumbrase a estar triste puede ser peligroso. Sé que el cambio será gradual, pero espero lograrlo. TQM.
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