Aceptación. Una palabra compuesta de diez letras que nunca me ha sido fácil digerir. Es como si mi cerebro simplemente rechazara el hecho de que esa palabra exista. Quizás se deba a que siempre he sido partidaria del cambio, de moverse, de no adaptarse a la rutina...tal vez.
Aceptación es una palabra que hoy me sabe amarga. "Acepta lo que no puedas cambiar" es una frase popular que he leído un montón de veces y que, aunque quizás sea sabia, no es tan fácil de aplicar. Lo cierto es que la vida no resulta como la planeamos o como quisiéramos que fuera, y a mí me gustaría que esa lección fuera más fácil de aprender de lo que en verdad es.
Hay ocasiones en la vida en la que sientes que eres una página en blanco. Hoy me siento así. Llega un momento en que te rompes y sientes que ya no te queda más, y solo contemplas el vacío que tienes en frente. El vacío casi siempre es precedido por el caos y el desmoronamiento de los planes que tenías, y por razones extrañas del destino, todo eso se va al carajo y no queda más. Solo el infinito vacío. No haya nada más, es la representación de un presente que pintaste diferente, todo lo demás es pasado y lo otros es el incierto futuro.
Contemplas el vacío, y comienzas a creer que todo es una mierda. Y aunque quisieras trasladarte al pasado o al futuro no puedes hacerlo, tienes que lidiar con el vacío de tu presente. Las páginas en blanco son dolorosas, pero quizás también sean inevitables, quizá sean parte de este proceso llamado vida.
Quizá lo único bueno de las páginas en blanco sea la posibilidad de la reinvención. Quizás te dan la oportunidad de crear una nueva historia, de pintar con nuevos colores, de volver a reconstruir de na mejor manera, con nuevos materiales y con una perspectiva diferente. Quizás.
Mientras tanto contemplo la página en blanco que se ha vuelto mi vida, y miro una y otra vez la caja de colores que esta vez usaré.
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